jueves, 28 de mayo de 2015

Ser como niños...





De veras que es imposible no ser fan de los hijos… Al menos a mí, ¡me hacen el día! Hay ocurrencias que realmente te atrapan el corazón:


  • Hijo 3a: “¿Mamá para mi boda puedes llevar esas sandalias rojas?”… No sé ni cómo las vio, están guardadas junto con otros zapatos en una caja de plástico, pero se quedó feliz al escuchar que si podría ser que las llevara.



  • Papá: “Cuidan a su mamá ahora que no voy a estar”.  Hijo 5a: “Sí la vamos a cuidar muy bien, no vaya a ser que se embarace”. Sin comentarios, ¿de dónde sacó eso?!?!… Bueno, en su inocencia y sin saberlo, desde pequeño luchando por la fidelidad y el vínculo matrimonial. ¡Muy bien! jajajaja


Por otro lado su amor y admiración a nosotros, sus padres, es inigualable e impactante. Realmente sus palabras y acciones te inyectan “vida”. Es impresionante cómo se preocupan por nosotros, cómo nos cuidan y  procuran que estemos bien y felices. Esto es  increíble y a la vez una gran responsabilidad,  verdaderamente  no sólo te necesitan, sino que te quieren presente en su vida…

Les compartiré una anécdota que sucedió hace poco para ejemplificar:

Hijos: “Mamá necesitamos ir a comprarle su piñata al abuelo que es su cumple...Y a ti también porque el tuyo fue hace mucho y ni  has rompido una piñata!”…

Sobra decir que querían que en mi cumpleaños hiciera “fiesta con piñata”. Sin embargo, el mero día era entre semana, tenían clases extraescolares y además no había nadie de la familia para invitar, ni mi marido estaba. Obvio aparte pensé que ni al caso comprarme una piñata… A la mera hora, ese día una compañera de batallas diarias me regaló inesperadamente unas flores preciosas y una gran amiga muy detallista vino a comer. Ella me trajo gorritos de fiesta y pastel, por lo que yo me sentí muy festejada y mis expectativas respecto a lo que esperaba de ese día quedaron sobrepasadas. Respecto a la piñata les dije que no había gente para poder hacer una fiesta, que mejor el fin de semana que llegara la familia festejábamos, pero me hice taruga porque se me hacía ridículo gastar en piñata para mí…   Además, pensé que ya para mis hijos había sido suficiente el festejo que tuve, pero ¡no! Se ve que sin piñata y sin familia cercana para ellos es una reunión y no una fiesta, como Dios manda…
                El fin de semana siguiente mi mamá invitó unas amigas suyas y como estábamos comiendo todos ahí, voltea mi hijo emocionadísimo y me dice: “mamá, ahora sí hay gente para festejarte y hasta te trajeron pastel, qué mal que se nos olvidó comprarte la piñata”. Evidentemente, el pastel no era para mí pero se convirtió en mi segundo pastel de cumpleaños y hasta festejada volví a salir. No obstante, quedó clarísimo que mis hijos seguían preocupados porque no había festejado "bien", seguía faltando la piñata.
                Total que pasaron los meses y supuse que el asunto estaba olvidado, pero noooo. Ahora que fue cumpleaños de mi papá, rápidamente dijeron que había que ir por su piñata y por la mía para festejarnos, porque, “tú ni has tenido piñata”. ¡Así que finalmente fuimos por la famosa piñata! Querían una para cada uno, pero negociamos que una para los dos. ¡Y estaban más emocionados qué nada! Ellos hasta nos colgaron la piñata, buscaron el palo, dirigieron el orden en que le íbamos a pegar (primero los festejados) y repartieron bolsitas de dulces.
               
Y gracias a todas sus ocurrencias y atenciones nos hicieron vivir  un día  totalmente  “master card”:

  • Piñata del primo lejano con un aire de Barn    $50

  • Dulces                                                                   $60

  • Mecate                                                                  $10

  • Disfrutar los detalles de tus hijos, ver la ilusión que les hace festejarte, sus brincos de emoción y sus caritas de felicidad durante todo el día, desde que se levantan emocionados por comprar la piñata hasta que recogen los dulces y se los comen: ¡No tiene precio¡


Los hijos nos ayudan a recordar la maravilla de la inocencia y de la pureza de intención. Nos enseñan a dejar de ser tan racionales y lógicos, a escucharlos más allá de las palabras para tocar su corazón lleno de emociones que nos sorprenden y nos ponen en contacto con nuestro niño interior

Definitivamente, los hijos nos enseñan a amar, a preocuparnos por los otros, por su bien y a demostrarlo con pequeños detalles.

¡Tenemos que aprender tanto de los niños para poder ser más como ellos 
y vivir plenamente!…

No hay comentarios:

Publicar un comentario