lunes, 22 de febrero de 2016

¿Te cortaste el pelo?...Nooooooo




Seguro les ha pasado que hay días en los que reaccionas mejor ante las “ocurrencias” infantiles y  hoy, fue uno de esos días…

A ojos de un adulto, cada día amanece, junto con mis hijos, el caos... Aunque para ellos en realidad sea la playa, la alberca, el barco, el super, la boda, el castillo, etc… Así pues, por la mañana, además de traer su ropa para vestirse, vienen según el día, acompañados de almohadas,  juguetes, listones, collares, etc.. O bien, ante mi consentimiento tácito, a cambio de 2 segundos más en la cama, sacan lo inimaginable de mis cajones, del baño o del zapatero…
Así que para cuando logro dominar mis deseos de permanecer metida en la cama, me levanto brincando todo tipo de obstáculos hasta conseguir llegar al baño. Total que mientras me bañaba, obvio con la puerta abierta (porque casi toda mamá sabe que lograr que permanezca cerrada mientras estás ahí, es misión imposible), se oyó un grito de dolor... Como bien saben, hay distintos tipos y tonos de grito…Éste definitivamente no era de pleito:

  • ¡Auuuuu!!!! Buuuu!! Buuuu! ¡Auuuuuu!!!!! ¡Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá!
  • Instintivamente y sin pensarlo, le dije: ¿Te dolió mucho el pie? 
  • Mi hija, anonadada, hasta detuvo su llanto para preguntar: ¿Cómo supiste que fue el pie? 
  • Sin dudarlo le contesté, dando una leve cabida al error: Creo que pisaste el collar que estaba tirado, ¿no? 
  • A lo que respondió: ¿Cómo supiste? 
  • No se me ocurrió nada mejor que: mmm ¿ya ves?… Soy tu mamá… Me reí…(Para un adulto que ha sufrido en sus carnes, la tortura de pisar legos, Pin y pons y demás artefactos infantiles taaaan dañinos, el detectar zonas de riesgo se convierte en una prioridad).
  • Lo mejor es que tras reflexionar un poco, me dice ya sin lágrimas: ¿Por qué mi papá a veces no sabe? 
  • Me ganó la risa, porque ciertamente, mi marido no hubiera “adivinado”... En realidad, él es de los que tropieza con la misma “pieza” tres veces porque ni la ve…. Jajajajaja... Es más, si se hubiera estado bañando, generalmente con su música  puesta y puerta cerrada, obviamente ni se hubiera percatado de lo sucedido…  Así que para facilitar la respuesta le dije: la verdad es que me lo imaginé porque cuando me levanté, lo vi tirado y pensé que si lo pisaba, me dolería mucho.

Transcurrió el día y por la tarde seguro que mi hija  concluyó que soy bruja y que tengo mi bola de cristal, porque de pronto bajó pálida diciendo que se le estaba cayendo el pelo, ¡¡¡¡que ya había hecho dos bolas!!!! Y que se cepillaba y se cepillaba y se le seguía cayendo.
Su explicación fue que se estaba poniendo acondicionador del que se no se enjuaga y que seguro se había puesto mucho y que por eso se le estaba cayendo. Cabe señalar que alguna vez yo le había dicho que no se echara tanto porque se debilitaba el pelo y se iba cayendo. No por espantarla, sino porque a mí alguien me dijo eso hace tiempo ¿Falso o cierto? ¡No lo sé!… En fin, efectivamente traía el pelo blanco, con toneladas del acondicionador embarrado que ni se absorbía, pero algo no me cuadraba. Mientras la cepillaba, hice otra bolota de pelo...

  • Sin darle más vueltas al asunto le dije: más bien parece como si te hubieras cortado el pelo y que por eso se te está cayendo. 
  • Su respuesta fue segura y firme: no, no me lo corté... 
  • Yo me quedé en pausa, descifrando el misterio…
  • En eso me dice: no me lo corté, corté con las tijeras la liga para dejarme el pelo suelto, porque no la podía romper con la mano. (Cuando se baña y no podemos quitarle las ligas del pelo rompiéndolas con la mano, usamos las tijeras de las uñas… Simplemente nos estaba imitando).
  • ¡Ah, pues eso es! ¡Sin querer, al cortar la liga, te llevaste un cacho! Es que es muy difícil cortar la liga sin ver. 
  • Y ella concluyó: la próxima vez, mejor pido ayuda si no puedo con la mano. Pero, ¿cómo supiste?
  • ¡Porque soy tu mamá!!! Jajajaja... ¡Nooo!... Lo supuse porque no era normal que se te cayera tanto sólo por el enjuague y además, vi bastante pelos cortos...
  • Entonces, ella remató para "destensar" la situación: lo bueno es que en el libro del Cuerpo dice que tenemos más pelos que los changos, ¿verdad?...
  • Jajajajajajajaj… Pues sí…

Y ya… Terminé de quitarle todo el pelo que se caía, que por suerte no fue tanto, pero me quedó clarísimo, que #LosNiñosSonPequeñosGrandesMaestros  y es muy importante:

  1. Saber respirar y contar hasta cerca de infinito...
  2. Tener una visión positiva de nuestros hijos, creer y confiar en ellos. Podría haberle empezado a recriminar que no me mintiera. Cuando en realidad, ella no estaba mintiendo, estaba diciendo la verdad: no me corté el pelo… ¡Corté la liga!... Claro, junto con unos 100,000 pelos incluidos. 
  3. Los niños ven la realidad diferente de cómo nosotros la vemos… En este caso, lo que algunos adultos verían sería: los niños no paran, son tremendos y mentirosos, no los puedes dejar solos porque hacen de las suyas. Así, tras decirle mentirosa, regañarla y hasta castigarla, ¿qué se hubiera ganado?... Pisotear su autoestima y sus intentos de ser autónoma, miedo y desconfianza para recurrir al adulto a pedir ayuda en caso de necesidad, frustración y enojo por haber sido etiquetada injustamente de mala y mentirosa. Además, así sin haber descifrado la verdad de lo ocurrido, el adulto continúa viviendo en el error, con una concepción negativa del niño, minuvalorándolo, denigrándolo y aumentando el desconocimiento y la desconexión con el niño…Todo por deja de ver lo que ella vio: quiero soltarme el pelo, ya soy grande, ya no necesito ayuda, me voy a cortar la liga, quiero ser autónomo... Además, me voy a poner enjuague para poderme desenredar y quedar espectacular… 
  4. Porque soy tu mamá… Ser su mamá o ser el adulto, no es sinónimo de saber todo ni de ser infalible. Nosotros también nos equivocamos. En realidad, ésta no es una buena respuesta. Además, nadie tiene una bola mágica para poder conocer los pensamientos, sentimientos, intenciones y percepciones de nuestros hijos ni de nadie... Por eso hay que olvidarnos de posturas arrogantes y prepotentes, hay que tratar a nuestros niños con la dignidad que merecen y acostubrarnos a clarificar y parafrasear para evitar meter la pata. Ellos son buenos, no les colguemos etiquetas. Seamos concientes de que tenemos dos ojos, dos orejas y una boca. Por lo que debemos hablar menos, escucharlos más y mirarlos profundamente, hasta el alma y no de pasada ni con prejuicios. Sólo entonces les enseñaremos a ser adultos que sepan respetar, mantener relaciones sanas y resolver conflictos asertiva y eficazmente.

En esta ocasión, sin analizar palabra por palabra, creo que acerté en su conjunto… Pero ¿qué hubiera pasado si no hubiera sido así?... ¿Está todo perdido?... ¡Obvio que no!
¡Nadie es perfecto! 

Lo que me quedaría es reconocer mi error y pedirle perdón. 

Platicar y reestablecer la conexión con mi hija.

De la humildad ellos también aprenden…


PD.  Después de comer me encontré las "pruebas del delito", o más bien las pruebas de su inoncencia y de la  #FilosofíaIntantil: el enjuaje, las tijeras y una de las bolitas de pelo en el baúl de su cuarto...




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