La maternidad es una bendición que no tiene precio y que no cambiarías por nada del mundo, aunque a veces afirmes que estás por renunciar. Es una aventura extrema en la que te descubres oscilando constantemente entre la nostalgia y la plenitud, entre la frustración y la realización, entre el querer que crezcan tus niños y el querer que se detenga el tiempo. Por lo tanto, al finalizar tu día, a veces sientes que sufres bipolaridad o esquizofrenia.
Y en este caminar de la maternidad por veredas desconocidas, a veces arduas, pero de felicidad inmensa, necesitas una tribu que te acompañe en la crianza. No sólo para poderte fugar de fiesta algún día con tu marido, cuestión nada irrelevante y sí imprescindible; sino para crear buenos recuerdos y caminar juntos como la naturaleza lo ideó.
No somos islas, ni absolutamente independientes.
Nos necesitamos unos a otros para todo,
porque somos seres sociales intedependientes por naturaleza.
En mi caso, definitivamente no me concibo sin mis tribus...
Siendo honesta, la primera vez que fui plenamente conciente de esto fue durante el posparto de mi primer hijo. En esos momentos experimenté la vulnerabilidad en todo su esplendor y a la vez la soledad de la maternidad para la mujer actual; "autosuficiente", acostumbrada a "no estar en casa" y a estar en contacto continuo con gente. Por fortuna, también pude experimentar las ventajas de vivir en pueblos, desarrollados y bien planeados que facilitan la convivencia y el encuentro entre las personas. Así pues, viviendo en Europa, con un océano de por medio, entre mi familia, mis amigos y yo, puedo decirles que no sé qué hubiera hecho sin la tribu que me adoptó y me acogió por aquellos rumbos.
Siendo honesta, la primera vez que fui plenamente conciente de esto fue durante el posparto de mi primer hijo. En esos momentos experimenté la vulnerabilidad en todo su esplendor y a la vez la soledad de la maternidad para la mujer actual; "autosuficiente", acostumbrada a "no estar en casa" y a estar en contacto continuo con gente. Por fortuna, también pude experimentar las ventajas de vivir en pueblos, desarrollados y bien planeados que facilitan la convivencia y el encuentro entre las personas. Así pues, viviendo en Europa, con un océano de por medio, entre mi familia, mis amigos y yo, puedo decirles que no sé qué hubiera hecho sin la tribu que me adoptó y me acogió por aquellos rumbos.
Estoy segura que tras el parto traumático que viví,
caminé por la cuerda floja de la depresión posparto
y no caí, gracias a mi marido, a mi familia que fueron a visitarme
y a mi tribu de allá....
Después de un tiempo, la vida que siempre sorprende, nos hizo cruzar inesperadamente el charco, regresándome a mi tribu en la Ciudad de México. Allá, experimenté el fenómeno de las grandes ciudades inhóspitas, que se caracterizan por el tráfico, por ser caras, caóticas, contaminadas, sobrepobladas y cero amigables con las familias. Lo anterior, aunado a las exigencias laborales y a la edad de los hijos, dificultan mantener un contacto frecuente y espontáneo con tu tribu, generando un "aislamiento autoelegido", con tal de evitar el tráfico y caos.
Finalmente, hace un par de años, tuvimos la oportunidad de mudarnos a una ciudad más pequeña, que está relativamente cerca de mi familia y que a la vez facilita la convivencia entre las familias y el establecimiento de nuevas amistades. Así pues, en esta nueva etapa, mis amigas han sido pieza clave para poder disfrutar más la maternidad, alivianar las exigencias de la crianza y dar rienda suelta a mis necesidades sociales y a las de mis hijos.
Definitivamente, ser parte de una tribu es connatural a la persona.
Ahora bien,
¿cuál es las ventaja de que en ésta cuentes con
parientes o amigas "contemporáneos" con hijos de la edad?
...Pues que ellas están en las mismas que tú
y por eso, resultan ser compañeras de batallas ideales en esto de la maternidad y la crianza
porque:
- Aunque te juzgan, al final, te aceptan como eres. Quedaría muy poético decir que no te juzgan, pero la realidad es que hay cosas de tu forma de ser y de criar que les gustan y otras que no. Así que supéralo, seguramente te han criticado o "comentado el punto", al menos con su marido... Lo importante es que te quieren como eres, te apoyan, te acompañan y te hacen el paro cuando necesitas.
- Sufren los mismos sentimientos bipolares o esquizofrénicos acerca de la maternidad y la crianza, así que te entienden perfectamente. Definitivamente, esto te da la certeza de que no sufres ningún trastorno psiquiátrico, sino que es el curso normal de la maternidad, la crianza y el desarrollo humano el que es muy demandante. Bueno, esto si son "normales", o sea imperfectas, porque siempre existe una amiga, con el marido perfecto y los hijos perfectos, cuya vida perfecta podría patentar Disney...
- Te "terapean" de vez en cuando, escuchándote o haciendo posible, aunque sea entre aproximadamente 20,000 interrupciones, el que puedas escuchar "cuentos de adultos" y conversar con alguien de más de metro y medio de altura. Y es más, aunque sea indirectamente, resulta terapéutico el verlas librando las mismas guerras que tú (cansancio extremo, pleitos entre los hijos, caídas, dormir como sardinas todos en tu cama, caos, idas inoportunas al baño, etc.).
- Con su forma única de ser mamá, sus costumbres y tradiciones, te enriquecen y enriquecen a tus hijos, introduciéndolos en la unicidad del ser humano, la adaptabilidad, la tolerancia y el respeto.
En fin, este artículo no pretende ser una oda a la amistad (como la catalogó mi marido), aunque evidentemente estoy profundamente agradecida con mis tribus de aquí, de allá, de ayer y de hoy. En realidad, lo que espero transmitir a través de las anécdotas y reflexiones es que el individualismo tan en auge es una gran mentira, que nos complica la vida y nos aleja de la felicidad, nos dificulta la crianza y nos impide disfrutar la maternidad/paternidad.
Somos seres interdependientes y necesitamos contar con una tribu
que nos facilite, nos acompañe y nos apoye en esta gran misión que tenemos,
al haber sido bendecidos con nuestros hijos...
¡Dejémonos de falacias y de actitudes soberbias!
...Solas-solas no podemos...
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