Con o sin ayuda de nosotros los padres, de nuestros familiares, de los compañeritos del cole, de la tele o del destino, llega un punto en que los niños
empiezan no sólo a querer y querer y querer más
cosas, sino a "necesitarlas": "es que "necesito" ir a
Disney"... "Es que "necesito" la Elsa que sí habla porque las otras tres que tengo
no hablan"...
... ¿¡¿¡?!¡?!...
Tras escuchar esto, inevitablemente piensas: "mira chamaca, te regalo mi
celular viejito, le grabamos diálogos
para que hable... No sólo una, ¡sino las tres monigotas (la barbie, la toddler y hasta la del huevito kinder)!!!! Y si quieres, ¡hasta hago que canten!!!! Obvio no voy a comprar el nuevo modelo, pero es que si lo hiciera,
¡sé
que acabaría en dos días en un rincón! ¿Por qué? Porque aparecería la que baila y luego la que hace nieve y hasta la que se echa un pun"...
¡Vaya! Es
todo un reto formar a nuestros hijos en la austeridad... Bueno, en realidad es todo un reto lograr que nuestros padres, o sea los abuelos y toda la parentela y amigos no ahoguen a nuestros niños con regalos y más regalos!... Pero para ser honestos, ¡hasta nosotros mismos, los papás caemos en las redes del consumismo y del materialismo! De hecho, más de una vez somos los primeros en hacernos guajes para distinguir entre lo necesario de lo innecesario, lo útil de lo inútil, un lujo de un capricho...
No obstante, lo delicado del asunto no estriba en poseer o no ALGO innecesario o inútil o un lujo o un capricho, sino en que ni siquiera se le reconozca como tal y se vuelva un vicio. El problema más grave es que estos objetos o placeres comienzan a ser considerados como "necesarios e indispensables"... Es cierto que el consumismo del ambiente no
ayuda, pero es que a veces, ¡podríamos gloriarnos de tener la voluntad más
débil del mundo!...
Y tanto nosotros como nuestros seres queridos
caemos presos del consumismo,
para después espantarnos de que
nuestros hijos dominen el arte de pedir,
mientras que reprueban en agradecimiento
y
en reconocimiento del valor de las cosas y del esfuerzo que se requiere para obtenerlas...
Entonces, si se llega a lo anterior
cualquier salida se convierte en una tortura. Poner un pie fuera de casa es un
duelo debatido entre: un "quiero" tras otro y un "no" tras
otro... Así
pues, hay para algunos papás
que hasta una simple una ida al super con hijos les resulta una pesadilla .
Sin embargo, si tienes claro lo que puedes y debes comprar y lo que no, pues la ida al super puede estar en control. Te comparto 4 estrategias por si te sirven:
- Desde pequeños para que se entretengan, en el carrito se les puede dar juguetes y artículos varios. Si es un juguete, desde que están de meses, al dárselo se les avisa que es para jugar sólo dentro del super y que al ir a las cajas, se le dirá adiós al susodicho y se le dejará ahí: "se tiene que quedar aquí en el super, porque aquí es su casa y aquí vive con sus amigos hasta que llegue su dueño".
- Por otra parte, mantenerlos ocupados y con alguna responsabilidad es muy bueno. Ellos pueden ayudar a buscar las cosas de la lista o lo que les vayas diciendo y luego pueden ayudarte a meterlas a las bolsas o al carrito. Te sorprenderá que ¡hasta aprenden a escoger la fruta y la verdura! Obvio si haces esto debes ir cargada y recargada de paciencia y con tiempo, porque puedes tardarte aproximadamente y sin exagerar, como unas 100,000 horas más que cuando vas sola.
- Así pues, la ida al super puede resultar un evento muy educativo, ya que les vas diciendo los nombres, colores, texturas, para qué necesitas el producto, alguna historia relacionada con el mismo (origen, anécdota, gustos), canción, tamaños, pesos, etc...
- Y llegamos al punto clave de agobio general y es que: "quieren todo". No es por nada, pero evidentemente, "quieren todo" como a cualquier persona que va al super. A los niños se les antoja todo y más...Igual que a ti y que a mí. La diferencia es que ellos a penas aprenderán, poco a poco, que los recursos son limitados y que la libertad incluye: que no se puede "todo" y que toda elección implica una renuncia. Por eso, además de lo "necesario" que escojan: frutas, verduras y otros artículos, deja que elijan, por ejemplo, "1" antojo. Entonces, cuando quieren llevar algo (que se ajuste a lo "razonable y posible"), se pone en el carrito, pero cuando más adelante quieren otra cosa, tienen que elegir entre las dos: "¿cuál te llevas y cuál se queda para la próxima?... Entiendo que se te antojen las dos... Es muy difícil a elegir entre dos cosas que uno quiere... A mi también me cuesta... Si aún no te decides, puedes hacerlo hasta que lleguemos a la caja a pagar"... Así sucesivamente con las mil y un cosas que se les pueden antojar en un supermercado: cogen y dejan...
...Y ¿entonces qué?... ¡Pues espera la continuación de este artículo!
Por mientras cuéntanos tus estrategias...
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