¿Les
ha pasado que tienen que operar a tu marido de algo sencillo
o
le mandan una resonancia por un dolor de espalda
y
la mente se “aloca” pensando historias de terror?
¿Les
ha pasado que le sientes una bolita a tu hijo o te sientes una o varias
y
tu mente empieza a escribir un dramón?...
Sobretodo
porque justo abres Facebook y lees la historia de una conocida con dos bebés que
está recolectando dinero para su tratamiento y te hace recordar a parientes
tuyas viviendo la misma lucha…
¿Y
de casualidad les ha pasado que mientras tienes el diagnóstico final
los
días se hacen eternos
y paradójicamente
entre la angustia aflora lo mejor de ti?…
De pronto parece que no tienes tanta prisa y
aparece tiempo para escuchar, observar, disfrutar, abrazar y besar a los que
más amas...
También te descubres excelente seleccionadora de
batallas. Incluso te sorprende lo paciente, diplomática y conciliadora que
puedes llegar a ser. Cuestiones que parecían misiones imposibles ahora parecen
posibles…
Curiosamente, hasta resulta “relativo” o “menos
cansado” el cansancio extenuante propio de la vida, del matrimonio, de la
maternidad y de la profesión… Asimismo, hasta les empiezas a agarrar cariño a
las canas y achaques obtenidos a lo largo de la vida…
Dejas de regatear el tiempo para jugar con tus
hijos y simplemente lo “gastas” mirándolos hasta llegar a su alma, intentando
atesorar cada instante… Mientras piensas en cómo firmar un pacto para poder verlos
crecer y seguir acompañándolos, muchos, muchos, muchos años más... Entonces, la
“urgencia” de los últimos años por recuperar el tan anhelado “tiempo para ti y
para tus cosas” adquiere otro sentido, amplitud y enfoque…
Total que andas tan “desubicada”, que en medio del
típico caos de cualquier casa y a pesar de la “perfecta imperfección de la
vida familiar”, consigues lo inimaginable: darte tus tiempos especiales con cada hijo, con tu marido y hasta para ti… De alguna
forma logran estar-estar y comunicarse-comunicarse. Así, sin mucho esfuerzo ni muchas horas, de repente
redescubres la unicidad y el valor de tu marido y de tus hijos… Mientras te
queda claro que no hay manera suficiente de agradecer la bendición de amanecer
un nuevo día, más aún si es con salud y rodeado de tus seres queridos...
Total que obviamente surgen muchas interrogante:
¿Por
qué mientras todo va bien,
nos
olvidamos de centrarnos en lo esencial y de priorizar lo verdaderamente
importante?
¿Por
qué mientras todo va bien,
nos
quejamos tanto y se nos hace tan difícil ser mejores personas y mamás/papás?
¿Por
qué mientras todo va bien,
no
encontramos la forma de ser más pacientes o de tratar mejor a los que nos
rodean
o
de educar positivamente, con conciencia y con respeto?
¿Por
qué si están difícil cambiar,
cuando
barajeamos la posibilidad de tener los días contados,
cambiamos de golpe y radicalmente?
¡¡¡Qué
poderosa es la conciencia de nuestra fragilidad humana
que
nos hace “acordarnos” de mirar al cielo
y consigue sacar la mejor versión de nosotros
mismos!!!
¡Y
lo peor!…
¿Por
qué cuando vuelve el alma al cuerpo con un diagnóstico favorable
volvemos
a ser “los mismos" de antes del “susto” y retomamos las malas rutinas?
Evidentemente nadie es perfecto, ni nadie espera
que lo seamos, pero dejémonos de tarugadas y omisiones. Hay que cambiar y
mejorar sin necesidad de que la enfermedad toque a nuestra puerta o la “flaca”
nos ponga el cuchillo en el cuello. La vida no la tenemos comprada…
Por eso:
- Agradece cada día y cada segundo el estar vivo.
- Aprovecha la vida al máximo y vive tus sueños.
- Besa y abraza más a tu marido/esposa y a tus hijos.
- Diles a tus seres queridos que los quieres con palabras y con actos.
- Míralos a profundidad, ya que no se desgastan, y llega hasta su alma para que estén en el mismo canal, siempre bien conectados, a pesar de los pesares.
- Date tiempo de estar-estar y para comunicarse-comunicarse profundamente.
- Ríanse cada día, al menos una vez al día.
- Haz el bien y deja huella.
- Pide perdón cuando sea necesario y cuantas veces sea necesario
- Ama y haz lo que tengas que hacer, ¡hoy!, y dí lo que quieras decir, ¡hoy!,… No sabes si mañana podrás…
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