jueves, 23 de abril de 2015

Adiós pañal 4





Bueno pues a sus 2 años 10 meses, llegó el momento de declarar oficialmente que el segundo de nuestros hijos, dejó finalmente los pañales. Sin dramas, ni sobresaltos, ni stickers de motivación, ni premios-chantajes. Eso sí, creo que tras los “vecinos angustiados” por que fuera a llegar la edad  de ligar con pañal,  la más feliz es la billetera, que hasta ha decidido invitarnos a cenar para festejar con lo ahorrado.

Definitivamente, no cabe duda que cada niño es único y tiene sus tiempos y circunstancias personales y pues así, como cada segundo vivido, esto de dejar el pañal, quedó patente que ni cómo hacerle para educar en serie. En nuestro caso, además de su personalidad bien marcada, en específico a éste hijo le tocaron muchos cambios: mudanza, vivir en casa prestada - provisional sin sus cosas por seis meses y el nacimiento de un hermanito, así que como comprenderán la cosa no estaba como para exigirle más. Y pues aquí entre nos, con tanto cambio yo tampoco estaba como para exigirme más e incluir un cambio más, aunque el ahorro fuera tentador.

Por lo tanto, dada su unicidad y su nula prisa o más bien, su nulo interés por dejar el pañal, aunado a que creemos en respetar sus tiempos de aprendizaje y desarrollo; pues no presionamos y entonces el tiempo pasaba y a veces hasta lo dejábamos pasar. Sin embargo, era curioso y hasta chistoso escuchar sus respuestas cuando alguna vez le lanzabas la invitación de ir al baño, quién quita y se le antojaba intentar:


  • “¿Quieres ir a hacer pipí/popó al escu, te acompaño?”... ¡Pero para nada!  Así que respondía con toda seguridad: “No gracias, tengo pañal”.
  • O bien, ante un “¿no estarás más cómodo con calzón, sin pañal?”. “No gracias, así me gusta estar”. ¡Y sí, hasta parecía que le gustaba! De hecho, sólo unas cuantas veces pidió que lo cambiara rápido, en cuanto había hecho. 
  • El colmo era cuando detectabas que venía cargado con una bomba fétida letal y él ni se inmutaba, seguía su vida tan feliz y campante. Así que le decías: “En serio, podrías venir a que te cambie porque es muy probable que te roces y se te pongan las pompas de mandril”. Sin embargo, venía lo mejor, su contestación: “es que me quiero rozar, quiero pompas de mandril”…. Y pues sí, así se quedaba un buen rato, ante nuestro asombro, tan ancho jugando hasta  que por fin decidía que le cambiaras el pañal.


Total que en diciembre nos escuchó contar que su Miss nos había dicho que en enero o febrero lo subirían de grado con los grandes. Nos enteramos que nos había escuchado en enero cuando al regresar a clases de las vacaciones, de pronto nos dijo: "ya voy a ir con los grandes y con mi hermano al mismo salón". ¡Cómo!?!?! … Corroboramos que los niños oyen, registran y se enteran más de lo que a veces creemos. Así que le comentamos a la profesora que habíamos metido la pata, ya que nos había escuchado. Ella nos dijo que sí tenían contemplado subirlo pero hasta que dejara el pañal y pues que ella hablaría con él.  Así que él llegó a casa muy decidido a no usar pañal nunca más, pero por unos días en casa, volvió a olvidarse del asunto. 

Hasta que un día en la mañana se quitó el pañal y se fue a la escuela "sólo con calzón" y a la salida me regresaron sus pañales “porque ya no los necesitaba”. Y así empezó en la escuela, sin pañal y sin accidentes. A casa llegábamos sin pañal, pero como aún hace siesta y la verdad no tenía pensado estar cambiando y lavando sábanas ni colcha a diario, pues  para la siesta sí se lo poníamos hasta que vieramos que agarraba bien la onda. Por lo tanto, dependiendo cómo amanecía, a veces se lo quería dejar puesto un rato o toda la tarde, o bien, se lo quitaba inmediatamente al despertar. También al principio se nos juntó con algún viaje largo y se lo pusimos para evitar rollos, obvio si quería ir al baño lo llevábamos. Total que en casa cuando se metía mucho en el juego, sucedieron unos cuantos accidentes, pero no llegaron a diez. 

Y pues ya ahora, no se le pone para la siesta, únicamente para la noche. Así que el proceso duró unas 2 semanas y aproximadamente a los 2años 10 meses lo logró; sin rollos, ni mayor estrés, cuando quiso y cuando pudo... Bueno  también hay que reconocer la ayuda de la escuela y su Miss que es una monada. ¡Ah! Por cierto, y como estaba ya "tan grande" no hubo necesidad ni de reductor, banquitos para subir, basinicas,  escusaditos ni similares… Alcanza solo…



De cualquier forma, en lo personal, sigo súper convencida de que:


  1. Cada niño tiene sus tiempos porque es único y tiene sus propias circunstancias.
  2. Si respetas sus tiempos, te ahorras accidentes, pleitos y dramas.
  3. No hay necesidad de ser drásticos, si quiere volver a usar unos días o semanas no pasa nada, o si por algo necesitas ponerle uno que otro por ahí, tampoco pasa nada. Cuando se sienta seguro y esté convencido, no querrá saber más del pañal e incluso hasta le empezará a estorbar.
  4. No hay una receta de cocina para lograr que deje el pañal, hay que conocer a cada niño y escucharlo para poder leer y seguir su propio “manual de instrucciones”.


En verdad, doy gracias por haber roto paradigmas y conocido otros tipos de crianza, conciente y respetuosa. Estoy convencida que al respetar su dignidad, ellos sacan lo mejor de sí mismos, aumentan su autoestima y seguridad, mejora la convivencia familiar y se facilita tanto la interrelación con los hijos y como su formación.



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