martes, 10 de febrero de 2015

Ver el vaso medio lleno









No había logrado terminar un artículo, pero hoy tras varias interrupciones y aunque mañana me arrepienta porque son las 2am y sin perfecionismos, conseguí acabar uno, luego lo revisaré ...

¿Quién no ha pasado por días y noches de “reto olímpico” con niños pequeños? Para no decirles de terror, jajaja, en las cuales se ponen a prueba todas tus habilidades  conocidas y desconocidas. Situémonos, por ejemplo, con algunos casos relevantes y  probables con 3 hijos, sucedidos en el lapso de escasos 4 meses... cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia:


  • El marido de viaje de trabajo y tú sola por la noche con 3 hijos, incluido un bebé recién nacido. Entonces, mientras creías que tenías tiempo para trabajar en la compu,  viene uno y te guacarea, a ti, la silla, la compu, el suelo y a él mismo. Así tras cambiarlo, cambiarte y limpiar; es acostarlo, cantar victoria  y de nuevo escuchas ese tétrico ruido, pero ahora decoró la cama, así que el proceso de limpieza incluye cambio de sábanas. Previniendo un nuevo episodio, desempolvas un colchón de plástico y a dormirlo ahí,  para que remate con la última guacareada y su correspondiente sesión de limpieza antes de que consiga amablemente dormir, lo poco que queda de noche o madrugada qué se yo, para que justo se levante el bebé a mamar y tú  puedas seguir haciendo horas extra…


  • O bien, dejemos la historia con el marido de viaje y 3 hijos, para que el mayor no pare de toser, literal, no pare y la fiebre no le baje ni con neomelubrina. Lo sacas del cuarto para que no despierte al hermano de en medio, pero ni modo que lo metas a tu cama con el recién nacido… ¡Ahhhh! Toma de decisiones... ¡Al suelo! Al famoso colchón de plástico de 1 metro. Te acuestas ahí con él, como Horacio, con una pompa en el espacio y con las patrullas de fuera helándote, mientras esperas el cántico angelical imperdonable del recién nacido llamando a su vaca lechera. Total que haces más ejercicio que en el gimnasio, entre brinco y brinco de cama en cama, porque pasas de la tuya a la del suelo y por si te faltara también a la del hijo de en medio que reclama tu presencia en su normal y cotidiano despertar nocturno.


  • Y bueno finalmente, le toca una al marido que parece que tiene pacto con los bichos para que lo sustituyan en sus ausencias… Ahora sí, le toca vivir la influenza B de los dos mayores. Así que enclaustrados en casa pero haciendo malabares para que el bebé (ya no es recién nacido pero sigue con lactancia materna exclusiva) no se contagie y para que a pesar de la enfermedad los mayores se entretengan y se diviertan durante el día.


Bueno pues todo este rollo viene a cuento porque hay mujeres que han decidido libremente  dedicarse exclusivamente a “trabajar en casa con sus hijos”, y recalco, “trabajar”,  cuidando a sus hijos cuando son pequeños. Obvio estoy hablando de una decisión libre y personal, no de una imposición y no de casos extremos ni dramáticos, sino normales comunes y corrientes de “cualquier” familia y con alegrías y las dificulatades normales: gripas, diarreas, pleitos y desorden. Sin embargo, existe la tentación de  hacerse las víctimas y encuentran siempre que su situación es la peor, la más dura y han sufrido como nadie en el mundo y se la pasan comparándose y minusvalorando a otras que lo tienen “tan fácil”,. No es por nada pero cada quien tiene sus dificultades, desventajas y sus facilidades y ventajas, recuerden las fotos de Facebook son un fiasco, no son ni por asomo la realidad, como tampoco es lo que se ve desde afuera y a final de cuentas el que no tiene “x” tiene “y”.

Casos: n1000                     Situación perfecta y fácil: 0

Me parece que el quid de la cuestión, además de no compararse, 
estriba principalmente en la actitud frente a la vida. 
Definitivamente, hay quien siempre ve el vaso medio vacío y quien siempre lo ve medio lleno.

Ahora bien, definitivamente no sé quiénes son los "despistados" que dicen incoherencias como, “no trabaja, sólo está en casa”, a veces desafortunadamente, la mujer misma… Pero qué barbaridad y que ridiculez: ¡SÓLO! ¡Como si la casa y los hijos no implicaran trabajar y moverte! De hecho, estoy convencida que en muchos casos, trabajar en lo que te gusta, de medio tiempo o tiempo completo resulta “más fácil”. En la empresa puedes ejercer tu profesión, puedes tomarte un break, comer o no hacerlo, dejar algo para mañana o al menos para después, hablar con adultos, en muchos trabajos los errores se traducen tan sólo en pérdidas económicas o en el peor de los casos en que te busques otro trabajo y en caso de que de plano no estés a gusto, hasta puedes renunciar.

Con tus hijos y en tu casa, ejerces todo tipo de profesiones, no sólo la que elegiste sino hasta las que ni se te habían ocurrido: enfermera, doctora, psicóloga, cantante, bailarina, pintora, ingeniera, arquitecta, réferi, coach, lavandera, chef, peluquera, diseñadora, administradora, mercadóloga, personal shopper, etc.  Raramente puedes tomarte un break y de hecho, posponer asuntos resulta en muchos casos imposible (cambiar pañales atómicos es impostergable, darles de comer y que hagan sus siestas es imprescindible si no quieres que se conviertan en fieras o en boxeadores, jugar con ellos, enseñarles y formarlos), etc. Eso sí, lo comúnmente postergado a fecha desconocida, resulta ser “tu” regaderazo delicioso y tranquilito, “tu” ida al baño con la puerta cerrada, “tu” comida caliente, “tu” tiempo libre, etc.  Por otra parte, con los hijos en el mejor de los casos un error se traduce en una curita o un chichón, unas pompas de mandril por no cambiar el pañal a tiempo y unos que otros llantos; en el peor de los casos heridas graves en el alma de tus niños o vidas perdidas y sin sentido.  Además, sobra decir que no puedes renunciar ni cambiar de hijos.

Y todo esto no es una queja sino sólo la realidad. Es fácil juzgar y minusvalorar a quienes han decidido quedarse en casa a trabajar con sus hijos de tiempo completo y sobretodo es un error decir que son sumisas, retrógadas  y que se retrasan profesionalmente. Creo que ellas ejercen más profesiones, desarrollan más habilidades, realizan más variedad de tareas, toman más decisiones, tienen más negociaciones e innumerables ocasiones de manejo de crisis y ejercicio de la creatividad que en cualquier otro trabajo que pudiera haber hecho durante esos años.

En fin, con los niños cada día es una caja de sorpresas y cada noche cuando logras tener a todos tus hijos en la cama bien dormidos y tienes al menos 2 segundos de paz y tranquilidad aunque sean las 4am, da tiempo de valorar el silencio, la salud y reflexionar sobre la gran bendición que son los hijos. Esos niños que aún enfermos te abrazan, te sonríen, te dicen que te quieren, que eres lo mejor y te agradecen tu compañía y tu cariño, incluso tristemente, hasta después de tus lapsus brutus de descontrol donde la riegas totalmente. Los amas con locura e intentas hacerlo bien y mantener la cordura en el “caos” que trae consigo el ser responsable de ellos, pero definitivamente hay momentos en los que te alejas vil y gachamente de lo que quisieras hacer o decir; sea por cansancio, nervios, incertidumbre, personalidad indomable… Y a pesar de los pesares, de tus errores y hasta de injusticias cometidas, ellos te enseñan a amar sin medida y sin condiciones, te perdonan, reclaman tu presencia además de a veces, con lágrimas y gritos, especialmente con confianza plena en ti, admiración y una sonrisa sincera y hermosa.

Lo anterior lo digo con el corazón partido, en verdad no “abusemos” de nuestro poder, de su inocencia y de su bondad. Duele “herirlos” y a veces creo que duele más que “no te lo tomen en cuenta”. Obvio es normal que no seas perfecta,  pero igualmente llega la noche y hay más de tres actos o decisiones tuyas con respecto a ellos que hubieras preferido que fueran distintas y te conformarías con un recetario para ser la mamá ideal. Dado que no existe, ni el recetario ni la mamá ideal, sino sólo mamás perfectamente imperfectas para niños perfectamente imperfectos, tan sólo queda aprender de los errores y poner medios concretos para mejorar, teniendo un plan bien descrito para perdonarte, levantarte y mirar hacia arriba para seguir caminando y mejorar lo mejorable.

Lo importante esconseguir no sólo “sobrevivir” esta etapa tan demandante, a nivel físico y emocional, con los hijos pequeños y hacerse la mártir. Lo que toca es asumir la decisión de estar a tiempo completo con ellos con agradecimiento, con responsabilidad, y entonces, vivirla y especialmente,  disfrutarla, porque pasa volando.  Es cierto que la jornada laboral diurna total con niños pequeños suele ser de unas 15hrs ininterrumpidas a veces sin breaks ni para ir al baño (tipo de 6am a 9pm sin contar las horas extras de amamantamiento y despertares nocturnos). Sin embargo, aunque usted no lo cre... Todo pasa y ¿saben qué?   

Con sus altibajos, en la salud y en la enfermedd, es fundamental poder decir sinceramente antes de cerrar los ojos:

¡Gracias, hoy  fue un gran día!

 ¡No lo cambio por nada!

¡Mis hijos son lo máximo, los admiro!

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