Con el permiso de una amiga que acaba de tener a su
bebé el 24 de septiembre, les comparto el mensaje que nos envió.Me encantó,
ya que me pareció súper sincero y REALISTA:
Hola!
Muchas
gracias por estar al tanto de nosotros. El bebé nació muy saludable. Nosotros
también estamos bien. Contentos, agradecidos, orgullosos, con salud, con
infinita ayuda de nuestras mamás, cansados, desvelados, la mayoría de las veces
sin saber qué hacer cuando no para de llorar, sensibles; es decir, adaptándonos
a los cambios y descubriendo nuestra nueva familia. Mi admiración absoluta a
los papás que nos han precedido…
¡Lo que dice es tan real, pero poca gente lo comparte así de claro!
Comparándolo con un
maratón, el embarazo es sólo el calentamiento y el parto es sólo el inicio de
la carrera. Entonces sí, cuando cargas a tu bebé por primera vez empieza el
reto de llegar a la meta, formar hijos libres y responsables, que amen y dejen
huella por donde pasen... ¡Y surgen tantos interrogantes y desafíos! Además, el
chiste está en no sólo verlos crecer y “pasar” esos años duros de crianza sólo
“aguantando o sobreviviendo” los kilómetros, sino disfrutándolos y viviéndolos dando lo mejor de nosotros, a pesar
del cansancio o incluso dolor que los acompaña y sobretodo aprovechando cada instante que vuela.
Evidentemente
hay días o épocas más complicadas, en las cuales, seguro les ha pasado que escuchan
de refilón, o de metiches, la conversación de una extra-ilusionada o “ilusa”
embarazada a punto de parir y tienen que morderse la lengua para no gritar lo
que está pensando: “reina, ¡no sabes en la que te has metido… no tienes ni idea
de lo que te espera!!!!!”… Y vale tanto por
las bendiciones y alegrías incomensurables que la maternidad conlleva, como
porque es ahí cuando aprendes, como se dice vulgarmente, a “amar en tierra de
indios”. Amar sin medida y sin condiciones.
La
maternidad es en realidad una carrera de vida, la “iron mom” y es infinitamente más exigente y
desgastante que cualquier otra. Con etapas de recorrido 24 x 7 y otras menos intensas, pero siempre
en cualquier caso, la meta está “hasta que la muerte los separe”, así que esto es un
poco más de kilómetros a recorrer que en ningún otro maratón. Además, no hay premios
ni medallas y en general, ni siquiera valoración social, ya que “sólo eres
mamá”.
Parte
de la minusvaloración, entre otras causas,
viene de que el embarazo y parto se han
medicalizado e institucionalizado, a tal punto que se les ha desterrado del
ámbito familiar, normal-natural y
cotidiano que los debería caracterizar. Esto ha generado la infantilización
de la mujer, ignorancia y miedos irracionales que impiden tanto una buena y
asertiva toma de decisiones como una vivencia sana y positiva de la maternidad/paternidad.
Así pues, desnaturalizados y además
despreciados por el feminismo radical y la cultura pragmática-hedonista, curiosamente
se les ha arrojado a las redes mercadológicas y de los medios masivos de
comunicación, quienes paradójicamente, no sólo distorsionan más la presentación
de los mismos, sino que los elevan a la categoría de “productos de consumo,
inhumanos, de cuento de hadas” perfectos e idílicos.
En
consecuencia, tanto mujeres como hombres se encuentran bastante confundidos y con
ideas y expectativas irreales o falsas. Así pues, actualmente hay dos extremos
muy notorios, los que no quieren ni oír hablar de hijos y por otro los que su
vida no vale si no tienen un hijo biológico. Por eso, es frecuente que te
encuentras con embarazadas que no caben de felicidad por ser, por fin, las
“protas” (protagonistas) de su propio cuento de hadas. Mientras cantan
shalalalala por la vida e intentan volar cual haditas y hacer dos que tres
actos de magia con su nueva mamá-vida y ese bebé que no se parecen nada a los
del anuncio ni los de la series, acaban estampadas al fondo del precipicio con
todas sus expectativas hechas añicos.
Ellas
se creen las mujeres con “más mala suerte del planeta” y las únicas a las que
les pasa “eso” (de que su bebé llore, de tener sentimientos ambivalentes y por
momentos hasta querer encontrar la oficina de “devoluciones”, de sentirse
incapaces, de querer de vuelta su vida de antes: ya no digas salir, al menos
bañarse sin prisas, ir al baño sola, comer caliente y sin atragantarse, poder
traer el pelo suelto sin que te den unos jalones de esos que hacen historia,
entrar en su ropa y regresar al glamour, porque ahora ciertos collares son
excelentes para descalabrar al niño, los tacones para matar a los dos e ir pintada,
peinada, con blusa planchada y limpia sin guacareadas “limpiada” con toallita
húmeda, parece misión imposible, etc…). Así que están súper frustradas e
inconformes con su vida “imperfecta”, con su familia “imperfecta” y su bebé “imperfecto”
que no se acercan en lo más mínimo a los “productos ofrecidos y vendidos”, sin saber que todas, de una u otra forma, hemos pasado por mismo.
No
es que sea “la grinch de la maternidad”, pero sí me hubiera ayudado en mi experiencia por estos rumbos, ¡algo
de realismo, naturalidad y familiaridad! Antes, se veía de primera mano a
tías, hermanas, primas o amigas parir o dar pecho, se sabía de qué iba el
asunto, era algo cotidiano. Ahora las mujeres en general no tienen,
previamente, experiencias vitales cercanas y reales; a lo mucho, pláticas de
café, de whatsapp o virtuales, así como información brindada por nuestros queridos
y entrañables amigos, Google y Youtube. Sin embargo, aun así, pocas veces se
sabe a lo que tal vez se va…
Sobre el embarazo se cree que te embarazas
el día que quieres y que todo irá bien. Se sabe lo típico de las náuseas, el
cansancio y las estrías, pero y qué de
la acidez, las várices y las hermosas hemorroides que se sufren tan en silencio
que parece que leyendas urbanas que ni existen… Eso sin irnos a complicaciones
como desprendimiento de placenta, placenta previa, falta de líquido; porque ¡no
acabamos!
Y tras el parto, creo que se sabe menos, ¡cuando
en realidad es donde empieza el cuento! Todos dicen que los bebés duermen y
comen, sólo algunos realistas recuerdan que guacarean, hacen pipí y popó. Pero quién te cuenta que los bebés lloran, y es
normal porque así se comunican, dejándote frecuentemente en
estado “N.P.I.”, en el cual no tienes NI la más p…mínima IDEA de lo que debes
hacer. Eso sí, todos esos que dicen que
los bebés comen y duermen, con mirada acusadora y con grandes ideas, pero en el
mismo estado NPI, te preguntan para encender tu ira, con dulce y melodiosa voz
que apenas se oye entre los berridos inconsolables del chiquitajo: ¿qué
tiene?.... Y piensas, o de plano contestas: “¿Que qué tiene?... Es broma, ¿no?
Si lo supiera, no estaría llorando!!!!!
Además, quién te cuenta sobre los estragos, cambios físicos y emocionales normales y demás situaciones que sería útil considerar:
- Quién te dice que como principiante, tendrás tu novatada y tendrás toda clase de sentimientos encontrados, junto con tus lindas e inseparables hemorroides, y/o unos puntos si eres de las suertudotas a las que cosieron (por la episiotomía, que no debe ser una práctica rutinaria, o por algún desgarre natural), más los famosos entuertos, la subida de la leche y el aprendizaje de la lactancia materna. Tal vez sabes lo importante que es poner bien al bebé para evitar grietas, pero quién te contó cómo te sientes con la subida de la leche, que hasta fiebre te puede dar, de qué tamaño se te ponen los senos y lo que duele cuando se prende el chiquillo cuando están tan congestionados esos primeros días.
- Quién te cuenta que harás equitación durante la cuarentena, montada a caballo blanco porque te dicen que sale “un poco más de sangre que en la regla”. ¡Poco más?!?!! ¡Claro, dicen que “todo es relativo!” Pero no…¡Los tremendos coágulos o jugar a la hemorroisa bíblica “poquito más del mes” no es relativo!?!?
- Quién te dice que estarás como pez en el agua, húmeda por todos lados, con fluidos propios y ajenos. ¡Ni cuando usabas pañal estabas tan húmeda! Estarás en tu jugo y súper decorada con: leche, sangre, gucareadas, a veces hasta pipiada y popeada con alguno que otro disparo que el susodicho realiza cual karcher mientras le cambias el pañal… ¿A qué en los anuncios de pañales nunca sale esto? ¿Pero cada que los ves, te llevarías mínimo a 3 de los bebés regordetes y simpáticos que salen?
Finalmente, por un lado descubres la maravilla del amor desinteresado de personas que te echan la mano y el pie en el inicio de esta etapa y por otro también te topas con el “gran apoyo social” que tiene expertise en juzgar, criticar y etiquetar. Por lo que desafortunadamente, a veces aprendes muy tarde que:
- Tú sabes qué hacer, sólo necesitas confiar en ti y aprender a dar avionazos
- Los niños no se malcrían por dar pecho a demanda, por cargarlos “todo el tiempo”, por mimarlos o arrullarlos
- El rebozo o fular son grandes aliados
- La teta es el mejor remedio para la salud del bebé, para calmarlo y para que reine la paz
- El colecho es un gran aliado para el descanso y la felicidad en el hogar
- Dar pecho por la noche acostada, sin levantarte ni sentarte, es “la solución” para dormir y descansar algo más
- Por la noche, si te sientas en la cama para dar pecho sin una protección de lado, el cansancio puede vencerte y hacer que el bebé acabe besando el suelo… lo digo por experiencia…
- Por la noche, si sólo tiene pipí, te puedes ahorrar el cambio de pañal
- El bebé no tendrá trastornos del sueño si no se duerme a las 8 o si lo arrullas o si duerme contigo
- Necesitas cambiar tus rutinas y ajustarlas a las del bebé
- Necesitas relajarte y olvidarte de estúpidos perfeccionismos
- Necesitas ayuda y apoyo… no eres super-woman
En
fin, ni el ocultismo, ni la idealización
son sanos, no ayudan para nada. En realidad, entorpecen el camino a transitar
con falsas expectativas. Definitivamente, si el embarazo y el parto volvieran a
“normalizarse” y retomaran su condición natural y familiar, sería más fácil tener
experiencias positivas, se favorecería el apego, la educación conciente y la conexión
con los hijos. Asimismo, "de natural" te
tomarías dos o tres valemadrinas diarias para confiar en ti y en tu instinto,
olvidándote del “qué dirán”, de la presión y crítica social, logrando un mayor
bienestar personal y familiar. Entonces, se podrían tener expectativas
realistas y soluciones efectivas y eficientes y todo esto permitiría valorar en
su justo valor la maternidad, aceptarla con más naturalidad e incluso con una
mayor capacidad de entrega y además nuestros hijos estarían mejor preparados y
formados.
Evidentemente hay conocimientos prácticos y
vitales que sólo se obtendrán en la vivencia de la maternidad/paternidad. Sin
embargo, urge abrir una comunicación veraz intergeneracional para que el
embarazo, parto y crianza retomen su naturalidad, cotidianidad y familiaridad.
Asimismo, resulta fundamental que enseñemos a nuestros hijos a diferenciar
entre dolor y sufrimiento, porque puede haber uno sin el otro. Y sí, tras
el parto, te sientes como diría mi ginecólogo, “literalmente, como después de
un parto”, pero si no hubo violencia obstétrica sino un parto humanizado, apoyo y contención,
habrá los dolores normales pero no sufrimiento. Tomarás unos que otros
calmantes, usarás unas cremas y de paso habrá momentos que “ni modo, te aguantarás”
sabiendo que cada día va a mejor, (aunque es cierto que hay momentos en los
cuales no entiendes cómo se te ocurrió embarazarte). Sin embargo, todo pasa y
bastante rápido en proporción a una vida.
Afortunadamente, no te
arrepientes ni por un segundo y no cambiarías esos días de dolor por nada del
mundo, porque tu hijo verdaderamente es una bendición. Y sí, son imperfectos, pero si los aprendes a
mirar con amor te darás cuenta de la realidad:
Son imperfectamente perfectos,
igual que tú y yo, que tu pareja, que tu
familia, que todos.
Curiosamente la perfección la encontramos en
la “armonía” de imperfección.
No cabe duda que formar a nuestros hijos es
una gran responsabilidad y hay que formar hijos libres que sepan elegir y vivir
la fortaleza y la perseverancia, pero sobretodo
que sepan amar, porque para formar una familia y tener hijos se necesita mucho
amor, desbordase en la entrega incondicional, a pesar de los pesares que son muchos
desde el inicio, pero que son parte de su ser perfectamente imperfecto: una
bendición inigualable y un bien social.
El embarazo y el parto son etapas
determinantes en la existencia personal y deben ser momentos de crecimiento
personal y familiar. Ninguna mujer debe sufrir violencia obstétrica, todas
tienen derecho a un parto humanizado. Ahora bien, dadas las circunstancias,
la mujer debe buscar formarse
(platicar con otras mujeres, leer, ver videos, tomar cursos buenos tipo Lamaze) para evitar tanta ignorancia y falsas
expectativas para ser capaz de tomar mejores decisiones y tener una experiencia empoderadora e imperfectamente
perfecta.
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