domingo, 5 de octubre de 2014

Embarazo, parto y crianza: ni ocultismo, ni idealización... sólo realismo y veracidad





Con el permiso de una amiga que acaba de tener a su bebé el 24 de septiembre, les comparto el mensaje que nos envió.Me encantó, ya que me pareció súper sincero y REALISTA:

Hola!
Muchas gracias por estar al tanto de nosotros. El bebé nació muy saludable. Nosotros también estamos bien. Contentos, agradecidos, orgullosos, con salud, con infinita ayuda de nuestras mamás, cansados, desvelados, la mayoría de las veces sin saber qué hacer cuando no para de llorar, sensibles; es decir, adaptándonos a los cambios y descubriendo nuestra nueva familia. Mi admiración absoluta a los papás que nos han precedido…


¡Lo que dice es tan real, pero poca gente lo comparte así de claro!

Comparándolo con un maratón, el embarazo es sólo el calentamiento y el parto es sólo el inicio de la carrera. Entonces sí, cuando cargas a tu bebé por primera vez empieza el reto de llegar a la meta, formar hijos libres y responsables, que amen y dejen huella por donde pasen... ¡Y surgen tantos interrogantes y desafíos! Además, el chiste está en no sólo verlos crecer y “pasar” esos años duros de crianza sólo “aguantando o sobreviviendo” los kilómetros, sino disfrutándolos y viviéndolos dando lo mejor de nosotros, a pesar del cansancio o incluso dolor que los acompaña y sobretodo aprovechando cada instante que vuela.
                Evidentemente hay días o épocas más complicadas, en las cuales, seguro les ha pasado que escuchan de refilón, o de metiches, la conversación de una extra-ilusionada o “ilusa” embarazada a punto de parir y tienen que morderse la lengua para no gritar lo que está pensando: “reina, ¡no sabes en la que te has metido… no tienes ni idea de lo que te espera!!!!!”… Y vale tanto por las bendiciones y alegrías incomensurables que la maternidad conlleva, como porque es ahí cuando aprendes, como se dice vulgarmente, a “amar en tierra de indios”. Amar sin medida y sin condiciones.
                La maternidad es en realidad una carrera de vida, la  “iron mom” y es infinitamente más exigente y desgastante que cualquier otra. Con etapas de recorrido 24 x 7 y otras menos intensas, pero siempre en cualquier caso, la meta está “hasta que la muerte los separe”, así que esto es un poco más de kilómetros a recorrer que en ningún otro maratón. Además, no hay premios ni medallas y en general, ni siquiera valoración social, ya que “sólo eres mamá”.
                Parte de la minusvaloración, entre otras causas, viene de que el embarazo y parto se han medicalizado e institucionalizado, a tal punto que se les ha desterrado del ámbito familiar, normal-natural  y cotidiano que los debería caracterizar. Esto ha generado la infantilización de la mujer, ignorancia y miedos irracionales que impiden tanto una buena y asertiva toma de decisiones como una vivencia sana y positiva de la maternidad/paternidad. Así pues, desnaturalizados y además despreciados por el feminismo radical y la cultura pragmática-hedonista, curiosamente se les ha arrojado a las redes mercadológicas y de los medios masivos de comunicación, quienes paradójicamente, no sólo distorsionan más la presentación de los mismos, sino que los elevan a la categoría de “productos de consumo, inhumanos, de cuento de hadas” perfectos e idílicos.
                En consecuencia, tanto mujeres como hombres se encuentran bastante confundidos y con ideas y expectativas irreales o falsas. Así pues, actualmente hay dos extremos muy notorios, los que no quieren ni oír hablar de hijos y por otro los que su vida no vale si no tienen un hijo biológico. Por eso, es frecuente que te encuentras con embarazadas que no caben de felicidad por ser, por fin, las “protas” (protagonistas) de su propio cuento de hadas. Mientras cantan shalalalala por la vida e intentan volar cual haditas y hacer dos que tres actos de magia con su nueva mamá-vida y ese bebé que no se parecen nada a los del anuncio ni los de la series, acaban estampadas al fondo del precipicio con todas sus expectativas hechas añicos.
                Ellas se creen las mujeres con “más mala suerte del planeta” y las únicas a las que les pasa “eso” (de que su bebé llore, de tener sentimientos ambivalentes y por momentos hasta querer encontrar la oficina de “devoluciones”, de sentirse incapaces, de querer de vuelta su vida de antes: ya no digas salir, al menos bañarse sin prisas, ir al baño sola, comer caliente y sin atragantarse, poder traer el pelo suelto sin que te den unos jalones de esos que hacen historia, entrar en su ropa y regresar al glamour, porque ahora ciertos collares son excelentes para descalabrar al niño, los tacones para matar a los dos e ir pintada, peinada, con blusa planchada y limpia sin guacareadas “limpiada” con toallita húmeda, parece misión imposible, etc…). Así que están súper frustradas e inconformes con su vida “imperfecta”, con su familia “imperfecta” y su bebé “imperfecto” que no se acercan en lo más mínimo a los “productos ofrecidos y vendidos”, sin saber que todas, de una u otra forma, hemos pasado por mismo.
                No es que sea “la grinch de la maternidad”, pero sí me hubiera ayudado en mi experiencia por estos rumbos,  ¡algo de realismo, naturalidad y familiaridad! Antes, se veía de primera mano a tías, hermanas, primas o amigas parir o dar pecho, se sabía de qué iba el asunto, era algo cotidiano. Ahora las mujeres en general no tienen, previamente, experiencias vitales cercanas y reales; a lo mucho, pláticas de café, de whatsapp o virtuales, así como información brindada por nuestros queridos y entrañables amigos, Google y Youtube. Sin embargo, aun así, pocas veces se sabe a lo que tal vez se va…
                Sobre el embarazo se cree que te embarazas el día que quieres y que todo irá bien. Se sabe lo típico de las náuseas, el cansancio y las estrías,  pero y qué de la acidez, las várices y las hermosas hemorroides que se sufren tan en silencio que parece que leyendas urbanas que ni existen… Eso sin irnos a complicaciones como desprendimiento de placenta, placenta previa, falta de líquido; porque ¡no acabamos!
                Y tras el parto, creo que se sabe menos, ¡cuando en realidad es donde empieza el cuento! Todos dicen que los bebés duermen y comen, sólo algunos realistas recuerdan que guacarean, hacen pipí y popó. Pero quién te cuenta que los bebés lloran, y es normal porque así se comunican,  dejándote frecuentemente en estado “N.P.I.”, en el cual no tienes NI la más p…mínima IDEA de lo que debes hacer.  Eso sí, todos esos que dicen que los bebés comen y duermen, con mirada acusadora y con grandes ideas, pero en el mismo estado NPI, te preguntan para encender tu ira, con dulce y melodiosa voz que apenas se oye entre los berridos inconsolables del chiquitajo: ¿qué tiene?.... Y piensas, o de plano contestas: “¿Que qué tiene?... Es broma, ¿no? Si lo supiera, no estaría llorando!!!!!  
                Además, quién te cuenta sobre los estragos, cambios físicos y emocionales normales y demás situaciones que sería útil considerar:

  • Quién te dice que como principiante, tendrás tu novatada y tendrás toda clase de sentimientos encontrados, junto con tus  lindas e inseparables hemorroides, y/o unos puntos si eres de las suertudotas a las que cosieron (por la episiotomía, que no debe ser una práctica rutinaria, o por algún desgarre natural), más los famosos entuertos, la subida de la leche y el aprendizaje de la lactancia materna. Tal vez sabes lo importante que es poner bien al bebé para evitar grietas, pero quién te contó cómo te sientes con la subida de la leche, que hasta fiebre te puede dar, de qué tamaño se te ponen los senos y lo que duele cuando se prende el chiquillo cuando están tan congestionados esos primeros días.

  • Quién te  cuenta que harás equitación durante la cuarentena, montada  a caballo blanco porque te dicen que sale “un poco más de sangre que en la regla”.  ¡Poco más?!?!! ¡Claro, dicen que “todo es relativo!” Pero no…¡Los tremendos coágulos  o jugar a la hemorroisa bíblica “poquito más del mes” no es relativo!?!?

  • Quién te dice que estarás como pez en el agua, húmeda por todos lados, con fluidos propios  y ajenos. ¡Ni cuando usabas pañal estabas tan húmeda! Estarás en tu jugo y súper decorada con: leche,  sangre, gucareadas, a veces hasta pipiada y popeada con alguno que otro disparo que el susodicho realiza cual karcher mientras le  cambias el pañal… ¿A qué en los anuncios de pañales nunca sale esto? ¿Pero cada que los ves, te llevarías mínimo a 3 de los bebés regordetes y  simpáticos que salen?

Finalmente, por un lado descubres la maravilla del amor desinteresado de personas que te echan la mano y el pie en el inicio de esta etapa y por otro también te topas con el “gran apoyo social” que tiene expertise en juzgar, criticar y etiquetar. Por lo que desafortunadamente, a veces aprendes muy tarde que:
  • Tú sabes qué hacer, sólo necesitas confiar en ti y aprender a dar avionazos
  • Los niños no se malcrían por dar pecho a demanda, por cargarlos “todo el tiempo”, por mimarlos o arrullarlos
  • El rebozo o fular son grandes aliados
  • La teta es el mejor remedio para la salud del bebé, para calmarlo y para que reine la paz
  • El colecho es un gran aliado para el descanso y la felicidad en el hogar
  • Dar pecho por la noche acostada, sin levantarte ni sentarte, es “la solución” para dormir y descansar algo más
  • Por la noche, si te sientas en la cama para dar pecho sin una protección de lado, el cansancio puede vencerte y hacer que el bebé acabe besando el suelo… lo digo por experiencia…
  • Por la noche, si sólo tiene pipí, te puedes ahorrar el cambio de pañal
  • El bebé no tendrá trastornos del sueño si no se duerme a las 8 o si lo arrullas o si duerme contigo 
  • Necesitas cambiar tus rutinas y ajustarlas a las del bebé
  • Necesitas relajarte y olvidarte de estúpidos perfeccionismos
  • Necesitas ayuda y apoyo… no eres super-woman


      En fin, ni el ocultismo,  ni la idealización son sanos, no ayudan para nada. En realidad, entorpecen el camino a transitar con falsas expectativas. Definitivamente, si el embarazo y el parto volvieran a “normalizarse” y retomaran su condición natural y familiar, sería más fácil tener experiencias positivas, se favorecería el apego, la educación conciente y la conexión con los hijos. Asimismo, "de natural" te tomarías dos o tres valemadrinas diarias para confiar en ti y en tu instinto, olvidándote del “qué dirán”, de la presión y crítica social, logrando un mayor bienestar personal y familiar. Entonces, se podrían tener expectativas realistas y soluciones efectivas y eficientes y todo esto permitiría valorar en su justo valor la maternidad, aceptarla con más naturalidad e incluso con una mayor capacidad de entrega y además nuestros hijos estarían mejor preparados y formados.
                Evidentemente hay conocimientos prácticos y vitales que sólo se obtendrán en la vivencia de la maternidad/paternidad. Sin embargo, urge abrir una comunicación veraz intergeneracional para que el embarazo, parto y crianza retomen su naturalidad, cotidianidad y familiaridad. Asimismo, resulta fundamental que enseñemos a nuestros hijos a diferenciar entre dolor y sufrimiento, porque puede haber uno sin el otro. Y sí, tras el parto, te sientes como diría mi ginecólogo, “literalmente, como después de un parto”, pero si no hubo violencia obstétrica  sino un parto humanizado, apoyo y contención, habrá los dolores normales pero no sufrimiento. Tomarás unos que otros calmantes, usarás unas cremas y de paso habrá momentos que “ni modo, te aguantarás” sabiendo que cada día va a mejor, (aunque es cierto que hay momentos en los cuales no entiendes cómo se te ocurrió embarazarte). Sin embargo, todo pasa y bastante rápido en proporción a una vida.  Afortunadamente, no te arrepientes ni por un segundo y no cambiarías esos días de dolor por nada del mundo, porque tu hijo verdaderamente es una bendición.  Y sí, son imperfectos, pero si los aprendes a mirar con amor te darás cuenta de la realidad:

Son imperfectamente perfectos,
igual que tú y yo, que tu pareja, que tu familia, que todos.
Curiosamente la perfección la encontramos en la “armonía” de imperfección.

                 No cabe duda que formar a nuestros hijos es una gran responsabilidad y hay que formar hijos libres que sepan elegir y vivir la fortaleza y la perseverancia, pero sobretodo que sepan amar, porque para formar una familia y tener hijos se necesita mucho amor, desbordase en la entrega incondicional, a pesar de los pesares que son muchos desde el inicio, pero que son parte de su ser perfectamente imperfecto: una bendición inigualable y un bien social.
                El embarazo y el parto son etapas determinantes en la existencia personal y deben ser momentos de crecimiento personal y familiar. Ninguna mujer debe sufrir violencia obstétrica, todas tienen derecho a un parto humanizado. Ahora bien, dadas las circunstancias, la mujer debe buscar formarse (platicar con otras mujeres, leer, ver videos, tomar cursos buenos tipo Lamaze) para evitar tanta ignorancia y falsas expectativas para ser capaz de tomar mejores decisiones y tener una  experiencia empoderadora e imperfectamente perfecta.

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