viernes, 1 de agosto de 2014

El uso de las tijeras y las conclusiones de los niños




Coincido con el método Montessori en que es buenísimo que los niños aprendan a usar vasos de vidrio, cuchillos y tijeras normales, etc. Eso no quiere decir que no se tomen precauciones, obviamente, hay que enseñarles a hacerlo con cuidado y a prevenir. Claro que el vaso puede caerse y romperse, cuestión que bien aprovechada se traduce, por ejemplo, en un gran oportunidad de formar la responsabilidad. Hacerse responsable de las consecuencias de sus actos, ya que ellos ayudarían a limpiar y a barrer, después del susto.  

Quiero compartirles una situación que se presentó hace poco respecto al uso de las tijeras. Además de ser divertida,  me pareció muy buena para reflexionar sobre nuestras formas de enseñar y sobre cómo los niños aprenden y lo capaces que son de comprender la realidad. ¡Verdaderamente no hay que subestimarlos!

La situación se desarrolló más o menos así:

Justo antes de arrancar el coche para irnos a casa, la abuela se acerca a nuestro coche y le regala unas chanclas nuevas para la alberca a nuestra hija. Inmediatamente ella se quita sus sandalias para estrenar las chanclas, pero una venía con la etiqueta bien amarrada con el típico arito de plástico durísimo que no puedes romper con tan sólo un jalón. Evidentemente, ella (4 años) quería quitársela “porque cuando me baje y camine me va a lastimar”. Así que intenté quitarla, pero no pude, sólo logré arrancar la etiqueta de papel. Le expliqué que para quitar el arito necesitaba las tijeras de la casa. Así pues, la conversación continuó:

Hija: Pero es que me va a doler si camino con el plástico.

Mamá: ¿Y si te pones las sandalias y ya en casa cuando cortes el plástico, te pones las chanclas?

H: No, es que quiero usar las nuevas. Entonces papá, mejor por favor, cuando lleguemos me cargas en las escaleras para que no me duela el pie. Llegando cojo las tijeras de la cocina y le corto el arito de plástico. (¡Vaya sí sabía lo que quería! No obstante, también sabía qué le podría pasar si caminaba con el plástico, así que buscó una solución para  su dilema: no quitárselas - no lastimarse).

Papá: Ok, te cargo.

M: Sí, sólo  acuérdate de quitarte la chancla para cortarlo con las tijeras, no vaya a ser que te lastimes el pie.

H: Yo no me voy a lastimar…

M: ¿Te acuerdas de la rata vieja, que por no quitarse la falda para plancharla, se quemó la cola?

H: Sí, por qué.

M: Para cuidar nuestro cuerpo, no lastimarnos y hacerlo bien tenemos que quitarnos la ropa o zapatos para planchar, coser, cortar.

H: Pero yo no me voy a cortar el pie porque voy a hacerle con mucho cuidado.

M: Tal vez tú le haces con mucho cuidado, pero, ¿qué tal que pasa al lado tu papá o tu hermano y sin querer te mueve el brazo y te cortas?

H: No, porque me voy a ir lejos de todos para que nadie me choque y me mueva la mano. (Pausa) Papá, cuando esté cortando no pases cerca de mí...¡Nadie pase cerca por favor! ¿ok? (Nuevamente, encuentra la solución y pone en aviso a todos de lo que va a hacer para que tengamos cuidado, ¿qué les parece?)

M: Oye,  ¿y qué tal que estornudas justo cuando estás cortando y te lastimas?

H: Jajajaj, yo nunca estornudo mientras corto.

M: ¡Qué suerte has tenido, porque te podría pasar! ¿No? De todas formas es mejor prevenir…


Silencio y se deja el tema…. Después de un rato:


H: ¿Sabes qué mamá? Sí me lo voy a quitar para cortarle el plástico, porque qué tal que tiembla… (¿Cómo la ven? Parecía que no había forma de que comprendiera. ¡Pues no! Se tomó su tiempo para seguir pensando y al final, se convenció, encontrando una razón que a ella le pareció muy lógica…).


M: (What??????)… Mmmm, pues sí también podría pasar… (¡¿cómo no se me había ocurrido ese argumento o llegar a esa conclusión?!)

…Efectivamente, llegamos a casa, sin decir nada más, entró, cogió las tijeras de la cocina, se quitó la chancla y cortó el famoso plastiquito. Ahora sí, a brincar y a bailar con las chanclas nuevas hasta la hora de dormir…

En verdad disfruto ver cómo los niños son abogados natos, capaces de defender su punto, hasta encontrar una respuesta que les satisfaga, que de hecho, en más de una ocasión es la que a ti nunca se te ocurriría. ¡No cabe duda de que ven el mundo con otros ojos! Valdría la pena escribir un libro con sus respuestas, para que al crecer, no dejaran en el olvido a ese niño que sabe lo quiere, lucha por ello y encuentra soluciones diversas a las convencionales.

Me impresiona la capacidad de razonar que tienen los niños, cómo son capaces de llegar a sus propias conclusiones y de actuar independientemente con prudencia y convicción, sin necesidad de gritarles, obligarlos o castigarlos. Claro que como padres esto nos exige escucharlos activamente, ser muy pacientes y creativos, pero definitivamente, es increíble ver los frutos.

En fin, indudablemente, una capacidad que considero primordial y que debe ser inculcada desde pequeños, es la de razonar. Razonar va mucho más allá de memorizar, repetir, creerse todo y obedecer ciegamente. Razonar implica utilizar la inteligencia para encontrar la verdad y actuar en consecuencia, cuestionar y ser críticos no criticones,  ser fieles a la conciencia y a la verdad y no meros borregos, ser creativo y proactivo en lugar de meros espectadores. Muchos problemas personales, familiares y sociales se resolverían si criáramos personas que sí “usaran el pent house” y no sólo lo trajeran de adorno.


¡Necesitamos personas que cuestionen, que piensen y actúen de acuerdo con la verdad,
porque sólo así, tendremos adultos, jóvenes y niños
que podrán ser verdaderamente libres, vivir apasionadamente y con convicciones
que busquen tanto su bien como el bien común!

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