miércoles, 28 de mayo de 2014

Reposo absoluto en un mundo capitalista individualista




Cuando el ginecólogo te ordena reposo absoluto algunos de tus familiares y amigos sin hijos o con mala memoria se imaginan algo así como la foto de arriba, aunada a una situación paradiasíaca de estado zen y relax puro...  

En realidad el reposo absoluto en el embarazo resulta absolutamente imposible cuando tienes más hijos que cuidar, especialmente si son chiquitos y sobre todo si es entre semana cuando “todo mundo trabaja”… ¡Hasta los abuelos!  Ya que por más ayuda que te brinden, tienes que ingeniártelas para atender a tus hijos y lograr que la casa funcione o al menos que se mantenga en pie, mientras tú te dedicas a esculpir tus pompas en la cama...




Así es que en esos momentos, las consecuencias del capitalismo individualista desvinculado te dan tres bofetadas para que valores lo que significa el apoyo familiar y de la comunidad. Entonces, sólo te queda voltear al cielo y agradecer: tener el marido que tienes que se desvive por ti y por tus hijos y que hace hasta lo imposible por salir triunfantes ante el reto del reposo;  el vivir en la misma ciudad que tu familia y contar con ellos que también se desnarizan  y hacen malabares por ti y por tus niños;  así como con amigos que te brindan su apoyo y cariño; y además, tener la posibilidad de pagarle a una persona para que haga los quehaceres  domésticos.

En nuestra vida agitada y sin pausas, damos por hecho, el estar sanos pero basta que nos falle la uña chiquita del pie, para que la extrañemos como nunca en nuestra vida. Pues lo mismo sucede con nuestra familia y nuestros hijos a quienes adoramos con locura. Cuando estamos bien, en ocasiones dejamos de verlos como un don y dejamos de darle su justo valor a lo que vale cada instante con ellos. En específico, con nuestros hijos es fácil caer pichicatearles el tiempo que estamos con ellos y justificar nuestras ausencias (físicas o incluso estando presentes sin estar), nos quejarnos de lo exhaustante que resulta ser madre/padre y de todas las renuncias que hemos hecho por ellos, etc.…

Pero, ¿qué tal cuando estás en reposo absoluto?...  Cuando te sales de bañar y no está ahí tu hija que siempre se queda afuera de la regadera esperando con impaciencia  a que salgas para pasarte, por inspiración propia y con una sonrisa, el desodorante, la crema y demás cosas… ¿A que la echas de menos? Y obviamente, no porque ahora por prescripción médica y por el bien del bebé que viene en camino no puedas agacharte y dependas de todos, hasta para lo más pequeño; sino que extrañas ese momento cotidiano que a veces podrías dejar de valorar como un instante extraordinario. Más aún, la extrañas, a ella, a su personita que no te deja sola ni un segundo y que hasta te hace ahorrar agua con sus infinitos: “ya sálete por fis”.

Claro que  para qué negar que el fin de semana enterito, que te echan la mano y se quedan dos noche con tus padres, también aprovechas absolutamente el reposo absoluto para hacer lo que nunca tienes tiempo de hacer: leer con calma, estudiar, escribir, ver películas (que traías un poco atrasadas, más o menos,  desde que nacieron tus hijos), conversar en calma con tu marido, levantarse tarde, echarte una siestita, etc. Aunque luego, es curioso te descubres cantando “¿y si hacemos un muñeco?” (Frozen) y hablando de los pequeñajos constantemente, que no están físicamente y sin embargo, ahí están en tu vida, misma que no imaginas sin ellos.

Por tanto, ¿qué?... Cuando no puedes atenderlos como necesitan, ni jugar con ellos “bien”, ni llevarlos, ni traerlos, ni bañarlos, ni prepararles la cena, ni ir a su festival de fin de curso…  ¿A poco no darías lo que fuera por poderlo hacerlo? “Peor” cuando llegan corriendo y te dicen que te quieren, mientras te llenan de besos babeados, abrazos pegostiosos y te piden que por favor ya te cure el doctor porque quieren jugar como siempre contigo o te “regañan” por haberte parado “porque no te vas a curar y no te van a dejar levantarte de la cama”…

En fin, ¿por qué esperar a no poder cuidarlos,  jugar o simplemente estar con ellos
para valorarlos,
para disfrutar esos preciosos momentos que tenemos contados,
para amarlos sin medida?

La calma nos da tiempo de pensar y esto es el resultado de 10 días de reposo absoluto: definitivamente, nos urge reconocer nuestro ser social, esencial e identitario, para recuperar la vinculación con el otro, la correcta jerarquización de valores, crear redes de apoyo y formar verdaderas comunidades que busquen el bien común.

El liberalismo e individualismo prometen ser el camino para la realización personal, pero tan sólo ofrecen un oasis de falsas ilusiones, lleno de egoísmo y soledad; a cambio de dejar la vida embarrada en lo intrascendente o en lo material. Así pues, nos pagan una inmerecida e indignante miseria, mientras nos abandonan con nuestro ser personal, desfigurado, mutilado e irreconocible; incapaz de volar a las alturas de las que era capaz, donde se encuentra la felicidad verdadera.

Así pues, hay que sacarle lo positivo a la reclusión que todavía seguirá y pues  aprovecharla para:
  • Recordar y reconocer el valor de la vida y de la salud… y no olvidarlo

  • Distinguir por qué y para qué vale la pena vivir y desgastarse

  • Recuperar el  valor y el poder del vínculo

  • Discernir dónde se encuentra la verdadera felicidad… En ese amor  entregado y sacrificado que cuesta a veces más de lo que imaginamos, que nos vincula al otro y nos compromete incondicionalmente.



Verdad y amor… 

¡Las alas que sacan lo mejor de nosotros y nos hacen volar a alturas inimaginadas!





Publicado en Yo Influyo:
http://www.yoinfluyo.com/tu-voz/8523-reposo-absoluto-en-un-mundo-capitalista-individualista

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