Cuando el ginecólogo te ordena reposo
absoluto algunos de tus familiares y amigos sin hijos o con mala memoria
se imaginan algo así como la foto de arriba, aunada a una situación
paradiasíaca de estado zen y relax puro...
En realidad el reposo absoluto en el
embarazo resulta
absolutamente imposible cuando tienes más hijos que cuidar,
especialmente si
son chiquitos y sobre todo si es entre semana cuando “todo mundo trabaja”…
¡Hasta
los abuelos! Ya que por más ayuda que te brinden, tienes que ingeniártelas
para atender a tus hijos y lograr que la casa funcione o al menos que se
mantenga en pie, mientras tú te dedicas a esculpir tus pompas en la cama...
Así es que en esos momentos, las consecuencias del
capitalismo individualista desvinculado te dan tres bofetadas para que valores lo que significa el apoyo familiar
y de la comunidad. Entonces, sólo te queda voltear al cielo y agradecer: tener el marido que tienes que se desvive por ti y por tus hijos y que hace hasta lo imposible por salir triunfantes ante el reto del reposo; el
vivir en la misma ciudad que tu familia y contar con ellos que también se desnarizan y hacen malabares por ti y por tus niños; así
como con amigos que te brindan su apoyo y cariño; y además, tener la posibilidad de pagarle a una
persona para que haga los quehaceres domésticos.
En nuestra vida agitada y sin pausas, damos por hecho, el estar sanos pero
basta que nos falle la uña chiquita del pie, para que la extrañemos como nunca
en nuestra vida. Pues lo mismo sucede con nuestra familia y nuestros hijos a quienes adoramos con
locura. Cuando estamos bien, en
ocasiones dejamos de verlos como un don y dejamos de darle su justo valor a lo
que vale cada instante con ellos. En específico, con nuestros hijos es fácil caer pichicatearles el tiempo
que estamos con ellos y justificar nuestras ausencias (físicas o incluso
estando presentes sin estar), nos quejarnos de lo exhaustante que resulta ser
madre/padre y de todas las renuncias que hemos hecho por ellos, etc.…
Pero, ¿qué tal cuando estás en reposo absoluto?... Cuando te sales de bañar y no está ahí tu hija
que siempre se queda afuera de la regadera esperando con impaciencia a que salgas para pasarte, por inspiración
propia y con una sonrisa, el desodorante, la crema y demás cosas… ¿A que la
echas de menos? Y obviamente, no porque ahora por prescripción médica y por el
bien del bebé que viene en camino no puedas agacharte y dependas de todos,
hasta para lo más pequeño; sino que extrañas
ese momento cotidiano que a veces podrías dejar de valorar como un instante
extraordinario. Más aún, la extrañas,
a ella, a su personita que no te deja sola ni un segundo y que hasta te
hace ahorrar agua con sus infinitos: “ya sálete por fis”.
Claro que
para qué negar que el fin de semana enterito, que te echan la mano y se
quedan dos noche con tus padres, también aprovechas absolutamente el reposo
absoluto para hacer lo que nunca tienes tiempo de hacer: leer con calma,
estudiar, escribir, ver películas (que traías un poco atrasadas, más o menos, desde que nacieron tus hijos), conversar en
calma con tu marido, levantarse tarde, echarte una siestita, etc. Aunque luego,
es curioso te descubres cantando “¿y si hacemos un muñeco?” (Frozen) y hablando
de los pequeñajos constantemente, que no están físicamente y sin embargo, ahí están en tu vida, misma que no imaginas
sin ellos.
Por tanto, ¿qué?... Cuando no puedes atenderlos
como necesitan, ni jugar con ellos “bien”, ni llevarlos, ni traerlos, ni
bañarlos, ni prepararles la cena, ni ir a su festival de fin de curso… ¿A poco no darías lo que fuera por poderlo
hacerlo? “Peor” cuando llegan corriendo y te dicen que te quieren, mientras te llenan
de besos babeados, abrazos pegostiosos y te piden que por favor ya te cure el
doctor porque quieren jugar como siempre contigo o te “regañan” por haberte
parado “porque no te vas a curar y no te van a dejar levantarte de la cama”…
En fin, ¿por qué esperar a no poder
cuidarlos, jugar o simplemente estar con
ellos
para valorarlos,
para disfrutar esos preciosos momentos que
tenemos contados,
para amarlos sin medida?
La calma nos da tiempo de pensar y esto es el
resultado de 10 días de reposo absoluto: definitivamente, nos urge reconocer nuestro ser social, esencial e
identitario, para recuperar la vinculación con el otro, la correcta
jerarquización de valores, crear redes de apoyo y formar verdaderas comunidades
que busquen el bien común.
El liberalismo
e individualismo prometen ser el camino para la realización personal, pero tan sólo ofrecen un oasis de falsas ilusiones,
lleno de egoísmo y soledad; a cambio de dejar la vida embarrada en lo
intrascendente o en lo material. Así pues, nos pagan una inmerecida e indignante
miseria, mientras nos abandonan con nuestro ser personal, desfigurado, mutilado
e irreconocible; incapaz de volar a las alturas de las que era capaz, donde se
encuentra la felicidad verdadera.
Así pues, hay que sacarle lo positivo a la reclusión que todavía seguirá y pues aprovecharla para:
- Recordar y reconocer el valor de la vida y de la salud… y no olvidarlo
- Distinguir por qué y para qué vale la pena vivir y desgastarse
- Recuperar el valor y el poder del vínculo
- Discernir dónde se encuentra la verdadera felicidad… En ese amor entregado y sacrificado que cuesta a veces más de lo que imaginamos, que nos vincula al otro y nos compromete incondicionalmente.
Verdad
y amor…
¡Las alas que sacan lo mejor de nosotros y
nos hacen volar a alturas inimaginadas!
voz/8523-reposo-absoluto-en- un-mundo-capitalista- individualista
Publicado en Yo Influyo:
http://www.yoinfluyo.com/tu-
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