Llevo tiempo queriendo escribir sobre esta
película, pero no encontraba el tiempo para sentarme tranquilamente. Les prometo que cuando se
comercialice una máquina que escriba mis pensamientos la compraré
inmediatamente y así, ¡luego sólo revisaré los escritos y podré publicar todo
lo que quisiera!!!
Por mientras, me urge escribir mis ideas antes de
leer el trabajo que les dejé a mis alumnos de la Maestría de Equidad y
Desarrollo sobre esta famosa película.
Pues ahí vamos…
No vale la pena decir que durante la peli aparecen
escenas no muy educativas para nuestros niños, como cuando Anna: se enrolla en
las cortinas, brinca en los sillones, se atraganta de chocolate, tira la
armadura y no la acomoda, se quiere casar con el primero que ve o al final, el
golpazo que le mete Hans; por mencionar algunas… ¡Vaya! Cuestiones respecto a las cuales cualquier mamá/papá estaría "feliz" de ver a su
chiquillo haciendo. Asimismo, sin tener que gastar
muchas neuronas uno puede darse cuenta del evidente esfuerzo que se hizo por
hacer que “la mujer” sea la “mera-mera-petatera”, solucionadora todo; dejando a
los hombres medio mal parados. Pero para
qué perder tiempo buscándole pies a la víbora…
A mí me encantó la peli, independientemente de cualquier
queja o sugerencia y de todo lo “mejorable”, creo que podemos sacar importantes
mensajes y enseñanzas para grandes y chicos.
Así pues, para analizarla la dividiré en tres
partes, a nivel: social – familiar – personal
A NIVEL
SOCIAL
La peli nos deja ver múltiples características de
nuestra sociedad posmoderna:
individualista, relativista, equivocadamente “libre” (liberal radical),
hedonista, pragmático-utiliarista. Conformada, desafortunadamente, por una que
otra persona con el “corazón helado”, individualista, dominada por las pasiones, capaz
de congelar a quien se le atraviese e incapaz de
amar…
Se muestra la visión
negativa y devaluada que se tiene de la persona, así como la desconfianza en
las relaciones interpersonales. De hecho, me parece que uno que otro, se
uniría feliz con Kristoff a cantar a todo pulmón que los animales son mejores que las personas. Evidentemente se deben respetar las criaturitas
de la creación, pero todo en su correcta
dimensión y sin generar contradicciones absurdas, tras las cuales, resultan
estar ¡más protegidos y mimados los animales que el mismo ser humano!
Ahora bien, en el supuesto de que hubiera como
Kristoff dice, tantas personas tan deshumanizadas, que resultan “ser inferiores”
a los renos… Deberíamos estar
preocupados y ocupados como sociedad en humanizarnos y humananizarlos, promover
la virtud entre los ciudadanos y volver a la creación de vínculos. En lugar de mantener, gracias al
individualismo, la indiferencia hacia el
otro, “mientras a mí no me afecte”.
Además, se ve el dominio del relativismo, que tras la máscara de tolerancia esconde intolerancia
pura e incapacidad para poder procurar
la felicidad personal y el bien común. Para humanizarnos debemos regresar a la razón objetiva y a
buscar el bien del otro, aun si esto implica quitarle
a un símpatico muñeco de nieve su “ilusión de estar tan fresco en el verano” por
decirle la verdad y sacarlo de su error.
Finalmente, queda patente a través de varios personajes, una concepción prágmático-utilitarista de la
persona. Se le ve como medio y no
como fin en sí misma, para alcanzar metas personales.
Incluso se
justifican los medios, aún si fuese matar, si es la forma más fácil de
conseguir los fines (engañar a Anna y
matar a Elsa). Esto con el agravante, de una sociedad que permanece pasiva ante el dolor ajeno, la injusticia y el
abuso de poder. Respecto a este último punto, cualquier parecido con la
realidad es mera coincidencia…
Por tanto, parece que como sociedad:
- Debemos facilitar el reencuentro personal, promover y respetar incondicionalmente la dignidad humana; reconociendo que la persona es fin en sí misma, nunca un medio.
- Debemos ser capaces de mirar al otro maravillados ante su valor infinito y potencialidades.
- Debemos reconocer y valorar nuestro ser social e interdependencia.
- Debemos generar una cultura de amor verdadero y vínculos sanos y fuertes, más allá de los sentimientos.
- Debemos ser concientes y reconocer que es falso el pensamiento liberal que dice que promulga que si cada quien busca y consigue su bien individual todos estaremos bien y lograremos el bien común.
- Debemos partir de la verdad y de la razón objetiva para buscar el bien propio y del otro, para poder desarrollarnos humana e integralmente, como personas y como sociedad.
- Debemos generar una participación social activa y comprometida a favor del bien común, la omisión y pasividad pueden ser tan novivas y destructivas como el actuar haciendo el mal.
Y pues
por hoy hasta ahí que mañana no hay tregua, continuará...
Nota. Les recomiendo leer La sociedad desvinculada de Josep Miró, está recién salido del horno y vale mucho la pena.
Nota. Les recomiendo leer La sociedad desvinculada de Josep Miró, está recién salido del horno y vale mucho la pena.
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