Queridos lectores, viajar con niños es toda una aventura y exige una alta dosis de
paciencia, creatividad, flexibilidad y adaptabilidad. A continuación, les
compartiré anécdotas y reflexiones literalmente, desde el cielo.
En
general, los niños tienen un gran poder
de “atracción positiva”. Desde que llegas al
aeropuerto, gente con la que nunca cruzarías ni una mirada, te intercambia
sonrisas; además empiezas a escuchar constantemente, “ay que monos” y pues te
empiezas a inflar como pavorreal. Asimismo, tiene sus ventajas viajar con ellos,
ya que el personal del mostrador te trata mejor e intentan ser más ágiles y si
pueden te dan asientos en filas que tengan asientos desocupados para que vayan
más cómodos, etc.
Así
pues, vayas a donde vayas, los niños llaman la atención, generan sonrisas y
comentarios positivos. Además, “normalmente”, repito, “normalmente” generan
conductas serviciales, solidarias y desinteresadas. Claro
que para no aburrirte, a veces te topas con uno que otro “borde”, “grinch” anti-niños,
que se queja de ellos hasta cuando van dormidos. O bien, están los que aun
viéndote que vas cargado como mula, en la fila de "Priority" para
embarcar al avión (que toma en cuenta a las personas que viajamos con niños), hasta
empujan para pasar antes o no te ceden el paso para no tener que esperar el
"rollo" que causamos las familia.
En esta ocasión tuvimos la “suerte” de
toparnos no con uno, sino con dos grinches anti-niños, merecedores de la
medalla de oro por su cero-empatía y cero-solidaridad.
Fíjense bien, lo que sucedió, no para
criticarlos, sino para que quien lo lea y alguna vez se le presente la ocasión
de ayudar a una familia viajando con niños lo haga sin dudarlo, créanme que
esa acción les comprará un buen cacho de terrenito en el cielo y la familia en
cuestión les estará eternamente agradecida.
Pues sucede que cuando documentamos nos
dijeron que el avión iba lleno, que deberíamos de haber reservado asientos
antes y pues sí, que ni que, ¡hubiéramos!... Así que, ¡queda anotado para futuras
ocasiones! Nota: reserven asientos en las filas que enfrente tienen pared, ya
que es más amplia y en caso de necesitarlo hasta te ponen cunita. El punto es
que aunque tus niños sean más mayores y no quepan en la cuna, siempre se
agradece contar con unos cuantos centímetros extra en esas latas de sardinas
voladoras que se hacen llamar aviones. Y otro tip, siendo en una fila los asientos:
AB CDEF GH, si son 3 asientos los que ocuparán, reserven por ejemplo CDF, ya
que en general nadie quiere ir de sándwich y pues se aumenta la probabilidad de
que ese quede vacío o que viéndose en medio de niños, pida cambio.
En fin, dado que el avión iba a tope, nos
dieron lugares separados. Siguiendo el esquema anterior: EFG, en la misma fila.
Por tanto, al subirnos al avión, le comentamos a la aeromoza que si había posibilidad
de ir juntos se lo agradeceríamos, ya que viajábamos con 2 niños (1 con asiento
y 1 sin). Resulta, que por azahares del destino justo en la fila de enfrente
iban vacíos el DE; el C lo ocupaba un joven de unos 35 años y el F un señor de
unos 55, ambos parecían que iban de viaje de negocios. Así que la aeromoza les
preguntó si alguno nos cambiaba, para poder ir los 4 juntos, siendo que si
alguno se compadecía quedaría igual que como iba, en orilla y con dos asientos.
En general, los niños son capaces de
conquistar hasta el corazón más duro, aunque siempre hay la excepción que confirma
toda regla y así fue, ¡ninguno aceptó cambiar su orilla con asiento vacío al
lado, por otra orilla atrás, igualmente con asiento vacío al lado! Ellos
juraron que al negarse a cambiar, viajarían así de cómodos, cada uno con un
asiento vacío al lado y sin niños a la deriva, pero, ¡pues, no! Y de hecho,
creo que se arrepintieron de todos sus pecados, porque la aeromoza muy mona nos
dijo: “evidentemente no puedo obligarlos a cambiarse, pero como los asientos de
en medio de ellos van vacíos, sí que puedo cambiar a uno de ustedes con uno de
sus hijos y así no tienen que cargar a un niño en las piernas todo el viaje”.
Por tanto, mi marido se quedó con el mayor en los dos asientos juntos que
teníamos asignados EF y yo me pasé con el menor a la fila de enfrente, en medio
de estos dos personajes “tan caritativos”. (Evidentemente, entre cambios de
pañales y paseadas por el avión, para distraer a los niños tuve que brincarlos
unas cuantas veces).
Y ahora, que por fin se durmió mi angelito, aprovecho
para escribir este artículo, aquí junto a mi “muso de inspiración”, el "grinch
de niños" que tengo por vecino (el de 55 años); quien seguro en unas horas
explicará la pesadilla de viaje que tuvo; ya que además de lo anteriormente
mencionado, para colmo de males, pusieron el aire “a condición” de que te enfermaras,
con temperatura inferior a la que hay en el Polo Norte, así que casi tras el
despegue, empecé a estornudar y a toser… ¡Hubieran visto la cara de mi vecino!
De por sí, desde que embarcó y nos vio, nos percibió como una maldición y se le
paralizó la cara con una mueca semejante a la de un bulldog, su rostro continuó
deformándose cuando nos pasaron a su lado y seguía desfigurándose cuando el
niño le sonreía o le balbuceaba algo y peor aún, cuando lo brincábamos para ir
al baño o al pasillo; pero es que estaba tan tieso, que ni si quiera se dignaba
mover sus “patitas” para facilitarnos la salida. ¡Vaya!, que además de grinch,
tenía una actitud y un comportamiento que dejaba mucho que desear en cuanto a
calidad humana.
Ahora bien, para mis hijos, ni más ni menos,
que mi total admiración, porque se portaron como verdaderos campeones, eso sí,
como niños no como estatuas. Sin embargo, tras esta desafortunada experiencia, lo que me queda claro es que mis vecinos o no tienen hijos o sufren ataques de Alzheimer
severos y olvidan lo que implica viajar con niños; o creen que los niños son
máquinas con su correspondiente interruptor de on-off, o que los padres somos “hados
madrinos” o seres todo poderosos capaces de transformar a nuestros hijos en
adultos durante algunos periodos de tiempo...
Urge
crear una cultura empática y respetuosa con los niños y con las familias. Tanto
a nivel personal, social e institucional, se debería apoyar a las familias y
facilitar cuestiones prácticas. Pe. Las aerolíneas podrían
ser más "amigables con los niños y las familias", desde que reservas,
deberían automáticamente asignar los lugares más amplios para las familias con
hijos pequeños. Asimismo, en los canales
de música podrían incluir uno de música infantil tipo Cantajuegos y en caso de
tener teles individuales podrían proyectar como British Airways la programación
de Cbeebies o videos tipo Cantajuegos o Mother Goose Club y con lo que cobran
por el asiento del niño hasta podrían darles un menú de comida infantil.
En fin, podría seguir dado ideas, pero termino
señalando que si bien hasta para nosotros los adultos, es muy pesado viajar
horas y horas en un avión, es ilógico e
inhumano que pretendamos que los niños se comporten como adultos y que no haya
una mayor conciencia social pro familia; si somos nosotros, las familias,
quienes mantenemos temas como el remplazo generacional, la Seguridad Social,
Pensiones, entre otros tangibles e intangibles.
Más
allá de los inconvenientes y sacrificios que comportan los hijos, ellos son el
futuro y dan vida, alegría y felicidad MasterCard… 100% priceless, impagable e
incomparable.
¡Valoremos
y apoyemos a las familias y a nuestros niños que son el futuro y esperanza!
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