Viajar en familia aunque literalmente sea
un gasto, en realidad siempre es una
inversión, que enriquece, fomenta el
aprendizaje y desarrolla capacidades. Un viaje más allá de sacar de la
rutina, enfrenta a situaciones novedosas constantemente, exigiendo flexibilidad, adaptación, comunicación,
toma de decisiones y resolución de conflictos en terreno desconocido; permite
abrir horizontes, romper paradigmas, conocer diversas formas de ser y hacer;
alimenta la capacidad de asombro ante la riqueza y belleza humana, natural y
cultural.
Por todo lo anterior, no es de
extrañar que algunas situaciones durante las vacaciones resulten estresantes y
agotadoras. Así que para disfrutar un viaje con niños es necesario olvidarse
un poco del tiempo, desconectarse al máximo de la tecnología esclavizante y de
las obligaciones cotidianas, aceptar y reconocer los errores que se vayan
cometiendo, practicar el respeto y la comunicación asertiva, y planear para que,
dentro de lo desconocido y de la incertidumbre, se pueda aprovechar al máximo
el tiempo con el menor caos posible.
Ahora bien, entre más viajes, menos novatadas y sorpresas autoinflingidas y
externas sufrirás, o sea que te vuelves
más “pro”. Entonces, comienzas a ser
más práctico, atinado, mejoras las técnicas para lidiar con procesos
inevitables que van desde pasar por el detector de metales en menos de 5
segundos sin necesidad de “encuerarte” y usar 3 bandejitas para poner todos tus
triques para no pitar, hasta cuestiones más complejas como lograr salir a
tiempo (a la hora establecida) con maletas y niños.
En fin, viajar con niños es un show, asúmelo y acéptalo. De hecho, a quien
te observa, le ahorras un boleto para entretenerse en el circo. De pronto, ante
sus ojos, una familia en cuestión de minutos le monta un espectáculo de
malabarismo, de equilibrios, de amansar a las fieras y de jugar con los changuitos. Definitivamente,
viajar con niños es una prueba de resistencia, de capacidad de síntesis y de
aplicar una buena dosis de justo y sano “valemadrismo”.
Me explico, es una prueba de resistencia porque tanto
padres como hijos quedan exhaustos de los viajes y pocas veces se regresa realmente
descansado. Tanto adultos como niños se ven obligados a hacer esfuerzos y sacrificios,
ya sea respecto a las rutinas, a la comida,
al descanso, al clima y a las comodidades acostumbradas. Por otra parte, la
primera prueba de tu capacidad de
síntesis queda patente cuando cumples la hazaña de hacer las maletas y
organizar las actividades a realizar que exigen: priorizar, clasificar y
ordenar. De hecho, aunque el vecino jure que saliste peor que gitano, y
efectivamente lleves hasta el perico, ¡no sabe el gran logro que es traer todo
lo necesario en tan poco espacio!
Definitivamente, viajar ligero con niños es un ideal al cual
aspirar pero una misión imposible, porque sabes perfectamente que el día que no llevas “x” justo lo necesitas y para
cumplir la ley de Murphy, ni si quiera lo venden en donde estás, sea un pueblo
o un país de primer mundo. Así que resulta imprescindible traer bloqueador,
medicinas básicas (fiebre, piquetes, árnica, etc) juguetes/actividades de entretenimiento,
pañales, fórmula, gerbers, ropa suficiente y adecuada tanto para frío como para
calor. P.e. Llevar chamarra o al menos sudadera a la playa no es ridículo,
porque si no la llevas, seguro cae la tormenta que no había caído en dos años o
el aire acondicionado de los lugares que visitas resulta estar más frío que un
iglú en el Polo Norte.
Finalmente, para disfrutar
felizmente unas vacaciones y no sólo sobrevivir a ellas, debes tomarte tus
dosis de “valemadrina”. Esto no implica que te despreocupes de todo ni que seas
una irresponsable, pero sí que debes darte
un respiro, bajarle a las exigencias, flexibilizar rutinas y normas; y tan sólo
mantener lo verdaderamente esencial. No pretendas ir a tu ritmo de adulto y
hacer todo lo que hacías cuando viajabas sin niños. Ajusta las expectativas del viaje a tu realidad actual, para no convertir
las vacaciones en una pesadilla y poder disfrutar, conocer y crecer en lo
personal y en familia.
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