Los hijos y el tiempo

Antes de que tengas que gastar una fortuna en zapatos porque el pie le crece a velocidades descomunales, descubres que tu bebé se hace grande porque:

... te sonríe y te busca.

… ya te hace cariñitos aunque sean tipo apache,  saluda, manda besos y  hace ojitos.

… al cortarle las uñas por fin parece que tiene uñas y no “pellejitos” que puedes cortar sin tijeras.

… al cambiarle el pañal descubres que ya tiene pompas infladitas. De pronto parece que le echaste Royal y se le inflaron.

…y entonces, todo parece encogerse, el colchón, la tina, la ropa, los zapatos, etc.

… tus adornos de casa empiezan a estar a su altura y debe aprender que no son juguetes.

… logra voltearse, mantenerse sentado o incluso sentarse por sí mismo y hasta a pararse.

… empieza a pegarse con los filos de las mesas por las que antes pasaba abajo sin problemas.

… comienza a fungir de trapeador arrastrándose en reversa por la casa, para conseguir luego hacer de mascota gateando por todos lados, para tras unos cuantos sentones caminar y hasta correr sin descanso, incluso con tus zapatos puestos, en triciclo o hasta en bici.

… ya no sólo emite sonidos o palabras aisladas, sino que más allá de repetir como merolico, forma oraciones, agradece, canta, cuenta cuentos, demanda lo que quiere y tiene cada ocurrencia, que te ahogas de risa.

… es cuestión del pasado poner el calentador en su cuarto y bañarlo ahí mismo en una tinita; o  bañarlo y sacarlo vestido del baño; o de bañarlo en la tinita a tu altura a ponerla en el piso, a bañarse contigo en la regadera, a que ahora ya se encuere solito mientras se pasea por la casa cantando y se meta a bañar solo enjabonándose él mismo, mientras juega con sus juguetes contando mil y un historias simpáticas.

… qué tal te sorprendes cuando al vestirlo como que ya coopera y mete el brazo, pues ni qué decir cuando en un día se cambia entero 3 o 4 veces de ropa y zapatos.

… te quiere ayudar y puede hacerlo, tira su pañal en el bote, te trae cosas, contesta el teléfono y “limpia”.

… decide que no quiere usar pañal y  cualquier accidente es olvidado rápidamente cuando piensas lo que te ahorrarás de pañales.

… de sentarlo en el escusado y tener que detenerlo, a que se aguante solo y juegue a hacer equilibrios con todo y unos cuantos hundimientos en el hoyo con agua pipiada, hasta que logra subirse, bajarse y jalar solo.

… y qué decir de cuándo empieza a decidir qué ponerse aunque parezca caja fuerte que no encuentra la combinación y pues da hasta vergüenza sacarlo. Todavía peor si es niña y además de “vestirse”, “se pintó” para salir y claro, más bien parece que le dieron una guamiza.

… de pronto sin haberle enseñado enciende y apaga la compu, el cel y hasta el ipad, pone el siguiente video que quiere en youtube y si le dictas los números le marca a sus abuelos por teléfono.

… te dice que no hizo algo que acabas de ver que hizo o cuando se autoacusa por hacer algo indebido o cuando para hacer lo que no debe te pide que te vayas o al menos te voltees y no le digas nada.

… te pide invitar a fulanito o a menganito para jugar o para ir a algún lado a jugar.

…te ves reflejada en él/ella cuando lo oyes hablar, jugar o corrigiendo a otro niño o hasta a ti, porque eso sí, ante lo bien aprendido no te permiten ni medio fallo.

… por fin tienes que dejar de ser adivina porque te empiezan a expresar con palabras  sus sentimientos o que están cansados o que se sienten mal y qué les duele.

… no sólo pregunta el por qué de todo sino  te cuestiona lo incuestionable o lo que nunca habías si quiera pensado, haciéndote descubrir e investigar asuntos que por ti misma nunca hubieras hecho.

... y muy importante, duerme de corridito toooooda la noche. Lástima que luego con las salidas a fiestas y antros se les quita el buen hábito.

 

Bueno y podría seguir, pero resultaría interminable. Verlos crecer es maravilloso, hacen olvidar la parte dura de la crianza.

Sorprende cómo en 2 – 3 años desarrollan las habilidades básicas para toda la vida, que luego tan sólo las perfeccionan (cognitivas, de lenguaje, sensoriales, motoras,  sociales, emocionales, etc). Asimismo, se ponen los cimientos para llevar una vida virtuosa y fundamentada en valores.

Cualquier interacción con tu hijo, empezando por tu ejemplo, es trascendental. Por eso, es innegable que la misión de ser padres sea agotadora, ya que no se puede bajar la guardia ni desistir en la labor formativa que se nos ha encargado ni un segundo. Sin embargo, las bendiciones recibidas son insuperables.

Los hijos son el mayor regalo que se puede recibir en la vida; sacan lo mejor y lo peor de ti, te ayudan a conocerte y a crecer; rescatan a tu niño interior, la sencillez infantil  y tu capacidad de asombro; te hacen degustar y vivir el amor verdadero; y graban en tu alma momentos inolvidables de felicidad plena.

Crecen muy rápido y dejan patente que el tiempo vuela. Sin ellos sentías que crecías y que el tiempo pasaba pero era más abstracto el asunto. Ahora, puedes sentir y tocar cada segundo, el tiempo se ha materializado. Por ejemplo, cuando los cargas o dejas de poder cargarlos, sientes el peso del tiempo, y ya ni quiero imaginar cuando de haber sido un “bultito” los ves correr a  tomar el avión para irse de maestría o de luna de miel.

Tal vez parte de la misión de nuestros hijos es esa, recordarnos que no tenemos comprada la vida y que cada día deberíamos de vivir de cara a la eternidad, centrándonos en lo esencial. En fin, ¡hay que disfrutarlos y disfrutar cada instante de vida que se nos regale!