viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Y las niñas?





Creo que es bien sabido que cuando no oyes a tus niños, debes ir a echarles un ojo, urgente… Un silencio prolongado generalmente te augura una sorpresa.
                Por ejemplo, estás en una reunión familiar con los primos y tras el normal bullicio infantil, de sonrisas y lágrimas, gritos y abrazos, de pronto reina la “paz”. Así que empiezas la búsqueda, en este caso, de las primitas: jardín, cuarto de tele, sala, comedor, cocina, cuartos, garaje… Improbable que se hubieran salido a la calle, pero entonces, ¿dónde están? Mientras tú subiste y bajaste a toda velocidad, la suegra de tu prima haciendo gala de su experiencia como madre y abuela, se dirige en silencio, sin pausa pero sin prisa, al baño de visitas sin dudarlo. Efectivamente, abre la puerta y ¡sorpresa, las dos princesitas, de dos y tres años respectivamente,  en el baño!
                Lo interesante son la frases tan, tan “femeninas” que emiten la una y la otra: “vine a acompañarla a hacer pipí” y “nos estábamos peinando lo despeinado y poniéndonos cremita para quedar guapas”. Así que se podrán imaginar el cuadro: en primer lugar, “modernizaron” sus peinados con gel, dejando unos gallos tipo punk muy sui géneris; en segundo, la “cremita” o para ser más exactos el medio bote de crema, lucía cual mascarilla, ni piel ni vestidos se veían. Eso sí, “muy consideradas”, estaban “limpiando lo sucísimo”,  vaya el lavamanos estaba casi desgastado de lo que lo habían tallado y hasta salían burbujitas del hoyito del caño.
                Llama la atención que cuando los desaparecidos son unos niños, su juego es diferente y el desorden resultante también lo es, aunque los encontraras en el mismo baño, utilizando los mismos productos. Por  eso resulta curioso que el feminismo radical quiera negar lo evidente, existen diferencias naturales entre hombres y mujeres. Sin embrago, esta corriente sugiere que es más exacto y justo hablar de género para “incluir”  todas las ·”preferencias sexuales”,  hombres, mujeres, homosexuales, bisexuales y transexuales y rechaza que haya diferencias/tendencias naturales, considera que los roles y comportamientos femeninos-masculinos, son aprendidos culturalmente. Será el sereno, llámenle como quieran, aprendizaje cultural o estereotipos o qué sé yo, pero es muy común y hasta parece natural que las mujeres, sean brasileñas, mexicanas o españolas, se acompañen al baño, que dediquen más tiempo que los hombres a su arreglo personal, que sean más comunicativas y que tengan menor tolerancia al desorden. 
                Por el contrario, el personalismo – realista defiende que hombres y mujeres son iguales en dignidad, pero diferentes, por lo que su lucha es por la equidad, no por la igualdad. Reconoce que algunas actividades, conductas y roles son aprendidos y que no deberían ligarse ni al sexo femenino ni al masculino. Esto es, las tareas del hogar o el ejercicio profesional pueden ser realizados exitosamente por ambos, pero resulta  evidente que existen diferencias naturales que no sólo no deben negarse, sino valorarse y ser protegidas.
                Este es el caso de la maternidad, que el feminismo radical en la “protección de la mujer” en lugar de reconocer y valorar, la considera una carga, un yugo que somete a la mujer y la coloca en desventaja frente al hombre. Por lo tanto, su lucha por los derechos de la mujer parte de “quitarle  o al menos, minimizar ese defecto de fábrica”  para poder conseguir la igualdad con los hombres.  En consecuencia, falazmente dicen que se protegen los derechos de la mujer, ya que al “desmujerizarla” y negarle características esenciales, no defienden a la mujer sino a un “ente wannabe”,  ni hombre ni mujer, que quisiera ser hombre pero no lo es y ser tratada como hombre, pero no lo es…
                La realidad es que resulta  impresionante descubrir tanto la coquetería natural de las niñas al mirar,  moverse, arreglarse y al mirarse en el espejo, como rudeza o tosquedad  al desplazarse y al jugar de los niños, entre otras. Siempre hay excepciones, pero al final éstas tan sólo, confirman la regla. Se puede intentar negar las deferencias naturales, pero es que pasan los años y hasta en las cenas con amigos, en general las quejas de las esposas sobre los esposos coinciden, al igual que las quejas de ellos sobre ellas. Definitivamente, el autor de Los hombres son de marte y las mujeres de venus, no descubrió el hilo negro, sino  que hizo una compilación de realidades y anécdotas con las que podemos identificarnos, hombres y mujeres, para poder enriquecernos de las diferencias, comprendernos y a veces, en el peor de los casos, tan sólo para sentirnos acompañados en la frustración que provocan las diferencias y para no tomarnos los conflictos como afrentas personales.
                Algunas corrientes pedagógicas han comprado la idea de la educación neutra, educar “asexualmente” para dar libertad en la elección de género. Incluso, una vez leía un artículo que sugería que los padres no les dijeran a sus hijas lo bonitas que se veían o lo coquetas que eran, porque estarían fomentando roles sexistas y desórdenes alimenticios. Creo que hay una gran diferencia entre las expresiones naturales de amor y sorpresa ante lo maravillosos y preciosos que son nuestros hijos y los comentarios enfermos que pudieran fomentar el machismo o contribuir al desarrollo de un trastorno alimenticio. 
                En lo personal me pareció muy poco atinado el artículo y sus argumentos falaces, el machismo y los trastornos alimenticios tienen raíces mucho más complejas y multifactoriales que no se solucionan con establecer una relación fría con nuestras hijas.

¿No les ayudará más a su autoestima y autoaceptación
el que les digamos con naturalidad lo guapas que se ven?

¿No les ayudará a descubrir la belleza del ser humano y expresar con naturalidad los elogios?

¿No nos dice el sentido común que tratemos con igual respeto tanto a nuestros hijos como a nuestras hijas y que no podemos pretender formar en serie, ni igual a niños que a niñas?

Me parece que actualmente el sentido común a veces no es tan común y se cae en sugerir conductas antinaturales hacia nuestra persona, hacia nuestros hijos y hacia el ser humano.  Nunca un abrazo, un beso, un elogio, fundado en el amor y respeto estará de sobra, ni les afectará en la construcción de una identidad femenina o masculina. Al contrario, les ayudará a aceptarse, a ser más seguros y aprenderán a comunicar sus sentimientos con naturalidad. Por tanto, disfruta y sorpréndete con las diferencias que descubrirás al formar a cada uno de tus hijos. Además, reconoce, goza y aprende de las diferencias entre niños y niñas, hombres y mujeres, que enriquecen la relación humana y la sociedad, para que tus hijos también lo hagan. 

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