Tal vez eres de las que ha guardado sus juguetes favoritos para sus
hijas. Estos sobrevivientes de limpiezas caseras y donaciones a orfanatos han
estado ocupando un espacio considerable de algún armario, pero te resistías a
regalarlos... Te auto-convencías de que no era por apego a lo material, sino
que eran parte de tu vida y casi que de tu ser, deshacerte de ellos era
comparable a amputarte una mano. Así que
aunque estuvieran aburridos asfixiándose en una caja o en una bolsa por años y
fueras conciente de que hay “niños sin juguetes” que estarían felices con
ellos, para la tranquilidad y estabilidad emocional de tu niña interior debían
quedarse en casa… Aunque tú te mudaras a otro país por estudiar una maestría o
porque te casaras y prácticamente te olvidaras de su existencia.
A pesar de que los cuidabas cual oro, ahora que han salido a la luz,
has podido observar que han sufrido percances gracias a algunos visitantes que
tuvieron acceso a los mismos durante tus múltiples ausencias. Por ejemplo, tu
nenuco Federico que estaba intacto, ya en alguna batalla perdió su babero y le
quedó una marca en la cabeza que parece moretón hecho con algún marcador.
En fin, dentro del baúl de los recuerdos pudiste reencontrarte con:
- La muñeca histórica heredada, que sobrevivió además de a ti, a tu madre y a sus múltiples hermanas, primas, amigas. En teoría caminaba, pero la pobre tenía un peinado de pelo corto con onditas parecido a la abuelita de cri-cri, nada “in” ni adecuado. De hecho parecía una señora encogida, pero le tenías aprecio, hasta tenía ropa “especial” que le tejía la señora que trabajaba con tu abuelita.
- Un Gusi-gusano, tu fiel compañero nocturno. El recuerdo de él, antes de saber que todavía vivía, fue lo que te llevo a comprarle hace un tiempo uno a tu hija. Por más que buscaste uno igual al tuyo (verde y que se encendía su carita), sólo pudiste comprobar que era un modelo prehistórico. El moderno no sólo es verde sino que trae su pijama “cool” azul o rosa y hasta reza, ¡ah! y se llama Gusiluz. Total, tantas monadas y resulta que a tu hija se le hizo simpático, pero hasta el momento tras un año, no tiene pinta de que llegue a ser su inseparable compañero nocturno como esperabas.
- El nenuco Federico y la Magic Nursery Daniela con sus pañaleras
- Una Barbie y su correspondiente ropa
- Una Kitty con su alberquita y pescadito, todos inflables
- Un osito cariñosito
- Una Rainbowbrite
- 3 ponies
En fin, tus juguetes prácticamente intocables, lograron ver la luz
gracias a que el tiempo ablandó tu
obsesión, haciéndote posible regalarlos a tu hija, a sabiendas de que ponías en
riesgo su existencia y liberarías espacio en alguno que otro armario. Total,
para no hacer el cuento largo, en un par de meses pudiste comenzar a hacer el
recuento de daños de los heridos de guerra:
- Los primeros en sucumbir a mordidas fueron Kitty y su pescadito.
- Luego vino la muñeca “toddler” cara de señora que resultó mutilada de un brazo. Ya tenía una pequeña “herida” abierta, pero el uso rudo y amoroso acabó por quebrar el plástico que casi cumplía medio siglo. Al menos tu hija la disfrutó, porque era la única que se podía meter a la tina antes de que tuviera la Barbie sirena que les conté en otro post.
- Después, la Barbie murió decapitada sin malicia alguna. Sin embargo, su deceso no fue inútil, ahora trata con una delicadeza espectacular a su Barbie sirena y recuerda de vez en cuando el triste desenlace que tienen los juguetes rotos: la basura y te quedas sin ellos.
Hasta ahora los demás juguetes permanecen con vida, aunque el osito
cariñosito sufrió un abandono temporal en la guardería del gimnasio, pero fue
rescatado sano y salvo. Por otro lado, el nenuco Federico tras más de 3 lustros
ha sido rebautizado por la chiquilla de dos años en honor a su tío adorado del
cual es fan # 1.
Así pues, por el momento se acaba el relato, ya veremos quiénes serán
los valientes héroes que logren conocer, ser jugados y perecer a manos de mis
futuras nietas. De cualquier forma, no
se puede negar que hace ilusión volver a jugar con tus juguetes y ver a tus
hijas disfrutarlos… A pesar de que, en cierta forma, finalmente te estés “deshaciendo” de ellos… Realmente
los hijos nos hacen desprendernos de nuestros más profundos apegos y nuestros
juguetes favoritos son un ejemplo…
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