martes, 10 de julio de 2012

Experimentando la libertad




Es asombroso ver cómo tu hijo empieza a tener procesos de pensamiento más complejos y a estructurar diálogos que te dejan paralizada. Si no fuera por su pequeño tamaño y porque la pronunciación de las palabras y construcción de las frases es muy simpática, jurarías que estás frente a un adolescente.

Cerca de los dos años tu hijo descubre un “juguete” nuevo, la libertad y el poder cuestionar. Toma conciencia de que es distinto de ti y por tanto, las preguntas, el “no quiero” y el “yo quiero” se vuelven sus cantaletas favoritas.

Pongamos un caso que podría sucederte, tu hijo de 2 años que “ya no” se mete el pasto ni tierra mientras juega en el jardín, tras un segundo que te volteas, él ya tiene un suculento bocado de tierra. Si tú dices: sabes que la tierra tiene bichos, si te la comes te enfermas de la panza y habrá que llevarte al doctor… Descubres que ya no tienes la última palabra, tras tu afirmación, comienzas a escuchar una serie de opciones: mamá, se “pone a” ¿pelo?, ¿nariz?, ¿pierna?, ¿boca?, ¿zapato?, ¿oreja?...  Evidentemente el niño sabe dónde sí y dónde no, pero está practicando hacer preguntas, investigar y cuestionar.

Otro día, te puedes quedar de ojo cuadrado cuando tu hija de 2 años mientras cena, juega con su vela de Bella y te dice: ¡Está mal, le falta un pie!



¡Claro que tú ni cuenta te habías dado! Ahora explícale que sí lo tiene pero está atrás del vestido… Un poco complicado porque  por más que la pobre le da vueltas para encontrarlo, necesita dar el brinco a la imaginación y a confiar en lo que le dices, aunque no lo vea. Se queda intrigada y dándole vueltas al tema, tanto que cuando su tío la viene a visitar, ¡la pequeñaja “le explica” lo descubierto.

Así sigue tu hijo,  conquistando luchas por minuto y subiendo de nivel, hasta dejarte totalmente descolocada, sin habla y en el fondo, muerto de risa. Por ejemplo:

De estar jugando solo, se acerca con un lápiz en la mano y te pregunta:

-          ¿Me lo como?

Tú queriendo ser muy pedagógica y sabiendo que él sabe que no, respondes:
-          ¿Tú qué crees? ¿Es comida?

Entonces, con ojillos vivarachos te responde:
-          ¡Sí!

Sientes que te metió un home run, pero no tiras la toalla, mantienes la calma y le dices:
-          Ah, ¿tú crees que sí?, pues ¿para qué sirve el lápiz?

Y aquí sí ya te ves que estás metiéndote en problemas, te sientes perdiendo en penalties, porque te responde:
-          ¡Para pintar pared! (volteando a la pared y casi apoyando el lápiz en la pared)

Whattttttttttttttt? ¡Si nunca te ha pintado una pared y sabe perfecto que no!

Bueno y pues como van practicando constantemente, la técnica mejora al igual que sus respuestas. Así un día de pronto, uniendo su proceso mental avanzado, a sus habilidades motoras y  al ejercicio de su libertad. Tu angelito que diario hace sus siestas, decide -literalmente - que no quiere dormir:

-          “Yo no teno seño”

Se baja de la cama, abre la puerta, voltea y te dice:
-          ¡Bye, bye¸voy abajo!

Te quedas atónita sin dar crédito, es como si te hubieran pasado un tráiler de su adolescencia, vaya como para ir practicando el decirle a los 15 que no va a la fiesta… Y ya para rematar, descubre que como ya domina bajarse de la cama y abrir la puerta,  si se despierta en la madrugada, para qué llamarte y esperar a que vayas, si puede ir directo a tu cuarto. Así que por primera vez, se baja de su cama, abre su puerta, se sale de su cuarto y  toca a tu puerta (tal vez toca porque el sueño no la deja abrir la tuya, pero no porque no pueda). Tu marido le abre porque tú estás amamantando al bebé. Cuando está ahí, amigablemente te dice:



-          ¡Hola! Ya “viní”

Como para que la quijada se te desencaje, sin dudarlo ni preguntar (más vale pedir perdón que permiso) se sube a la cama y se acomoda (por múltiples razones no se lo impiden), pero como los patos tiran a las escopetas,  no deja que tu marido se acueste y le dices:

-          Tu papá necesita dormir que se va de viaje de trabajo y se tiene que levantar muy temprano (5am y son 4.42am). Déjalo que se acueste, si no,  ¿dónde va a dormir?

Por no más de un segundo, tu hijo sabiendo que tiene que dar una solución al problema planteado, se queda pensando, escoge las palabras adecuadas para responder con la mayor coherencia posible y les dice sin titubear:

-          ¡En mi cama, papá a mi cama! (Si mi hijita…. La casa también es tuya, si quieres nos vamos a un hotel para que estés cómoda… Te dejamos el coche por si necesitas algo…jajaja increíble).

Y para cerrar con broche de oro, parece que leyó el pensamiento anterior que está entre paréntesis, otro día muy decidida se encamina a la puerta y al llegar te dice:

-          Bye, bye, adiós… Me voy a dar un paseo, vuelvo al ratito…

En fin, las anécdotas serían interminables el punto importantes es que se sabe libre y que todavía tiene unos años para aprender a usar este regalito de la libertad. Verdaderamente es impresionante pensar que sólo tiene 2 años de vida y ha logrado desarrollar tantas habilidades intelectuales, físicas y psicosociales. No cabe duda que estos primeros años son fundamentales.

Hay que disfrutar estas ocurrencias, guardarlos bien en el corazón para poder recordar y reír, también para que nos hagan más llevaderos los momentos difíciles. Ahora bien, hay que aprovechar cada uno de estos, para ir formando bases sólidas. El mundo necesita que nuestros niños, que serán los hombres del futuro, sean libres - virtuosamente libres.


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