Es asombroso ver cómo tu hijo empieza a tener
procesos de pensamiento más complejos y a estructurar diálogos que te dejan
paralizada. Si no fuera por su pequeño tamaño y porque la pronunciación de las
palabras y construcción de las frases es muy simpática, jurarías que estás
frente a un adolescente.
Cerca de los dos años tu hijo descubre un “juguete”
nuevo, la libertad y el poder cuestionar. Toma conciencia de que es distinto de
ti y por tanto, las preguntas, el “no quiero” y el “yo quiero” se vuelven sus
cantaletas favoritas.
Pongamos un caso que podría sucederte, tu hijo de 2
años que “ya no” se mete el pasto ni tierra mientras juega en el jardín, tras
un segundo que te volteas, él ya tiene un suculento bocado de tierra. Si tú
dices: sabes que la tierra tiene bichos,
si te la comes te enfermas de la panza y habrá que llevarte al doctor… Descubres
que ya no tienes la última palabra, tras tu afirmación, comienzas a escuchar
una serie de opciones: mamá, se “pone a”
¿pelo?, ¿nariz?, ¿pierna?, ¿boca?, ¿zapato?, ¿oreja?... Evidentemente el niño sabe dónde sí y dónde
no, pero está practicando hacer preguntas, investigar y cuestionar.
Otro día, te puedes quedar de ojo cuadrado cuando tu
hija de 2 años mientras cena, juega con su vela de Bella y te dice: ¡Está mal, le falta un pie!
¡Claro que tú ni cuenta te habías dado! Ahora explícale que sí lo tiene pero está atrás del vestido… Un poco complicado porque por más que la pobre le da vueltas para encontrarlo, necesita dar el brinco a la imaginación y a confiar en lo que le dices, aunque no lo vea. Se queda intrigada y dándole vueltas al tema, tanto que cuando su tío la viene a visitar, ¡la pequeñaja “le explica” lo descubierto.
¡Claro que tú ni cuenta te habías dado! Ahora explícale que sí lo tiene pero está atrás del vestido… Un poco complicado porque por más que la pobre le da vueltas para encontrarlo, necesita dar el brinco a la imaginación y a confiar en lo que le dices, aunque no lo vea. Se queda intrigada y dándole vueltas al tema, tanto que cuando su tío la viene a visitar, ¡la pequeñaja “le explica” lo descubierto.
Así sigue tu hijo, conquistando luchas por minuto y subiendo de
nivel, hasta dejarte totalmente descolocada, sin habla y en el fondo, muerto de
risa. Por ejemplo:
De estar jugando solo, se acerca con un lápiz en la
mano y te pregunta:
-
¿Me lo
como?
Tú queriendo ser muy pedagógica y sabiendo que él
sabe que no, respondes:
-
¿Tú qué
crees? ¿Es comida?
Entonces, con ojillos vivarachos te responde:
-
¡Sí!
Sientes que te metió un home run, pero no tiras la
toalla, mantienes la calma y le dices:
-
Ah, ¿tú
crees que sí?, pues ¿para qué sirve el lápiz?
Y aquí sí ya te ves que estás metiéndote en
problemas, te sientes perdiendo en penalties, porque te responde:
-
¡Para
pintar pared! (volteando a la pared y casi apoyando el lápiz en la pared)
Whattttttttttttttt? ¡Si nunca te ha pintado una
pared y sabe perfecto que no!
Bueno y pues como van practicando constantemente,
la técnica mejora al igual que sus respuestas. Así un día de pronto, uniendo su
proceso mental avanzado, a sus habilidades motoras y al ejercicio de su libertad. Tu angelito que
diario hace sus siestas, decide -literalmente - que no quiere dormir:
-
“Yo no
teno seño”
Se baja de la cama, abre la puerta, voltea y te
dice:
-
¡Bye,
bye¸voy abajo!
Te quedas atónita sin dar crédito, es como si te
hubieran pasado un tráiler de su adolescencia, vaya como para ir practicando el
decirle a los 15 que no va a la fiesta… Y ya para rematar, descubre que como ya
domina bajarse de la cama y abrir la puerta,
si se despierta en la madrugada, para qué llamarte y esperar a que
vayas, si puede ir directo a tu cuarto. Así que por primera vez, se baja de su
cama, abre su puerta, se sale de su cuarto y toca a tu puerta (tal vez toca porque el sueño
no la deja abrir la tuya, pero no porque no pueda). Tu marido le abre porque tú
estás amamantando al bebé. Cuando está ahí, amigablemente te dice:
-
¡Hola! Ya
“viní”
Como para que la quijada se te desencaje, sin
dudarlo ni preguntar (más vale pedir perdón que permiso) se sube a la cama y se
acomoda (por múltiples razones no se lo impiden), pero como los patos tiran a
las escopetas, no deja que tu marido se
acueste y le dices:
-
Tu papá
necesita dormir que se va de viaje de trabajo y se tiene que levantar muy
temprano (5am y son 4.42am). Déjalo que se acueste, si no, ¿dónde va a dormir?
Por no más de un segundo, tu hijo sabiendo que
tiene que dar una solución al problema planteado, se queda pensando, escoge las
palabras adecuadas para responder con la mayor coherencia posible y les dice
sin titubear:
-
¡En mi
cama, papá a mi cama! (Si mi hijita…. La casa también es tuya, si quieres nos
vamos a un hotel para que estés cómoda… Te dejamos el coche por si necesitas
algo…jajaja increíble).
Y para cerrar con broche de oro, parece que leyó el
pensamiento anterior que está entre paréntesis, otro día muy decidida se
encamina a la puerta y al llegar te dice:
-
Bye, bye,
adiós… Me voy a dar un paseo, vuelvo al ratito…
En fin, las anécdotas serían interminables el punto
importantes es que se sabe libre y que todavía tiene unos años para aprender a
usar este regalito de la libertad. Verdaderamente es impresionante pensar que
sólo tiene 2 años de vida y ha logrado desarrollar tantas habilidades
intelectuales, físicas y psicosociales. No cabe duda que estos primeros años
son fundamentales.
Hay que disfrutar estas ocurrencias, guardarlos
bien en el corazón para poder recordar y reír, también para que nos hagan más llevaderos
los momentos difíciles. Ahora bien, hay que aprovechar cada uno de estos, para
ir formando bases sólidas. El mundo necesita que nuestros niños, que serán los
hombres del futuro, sean libres - virtuosamente libres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario