martes, 19 de junio de 2012

Compras... verdad y justicia


Tengo que explicarlo porque si no, exploto…

A veces hay juguetes que los papás compramos o esperamos que se los regalen  a nuestros hijos con más ilusión que el niño. Además de que se te haga monísimo, piensas que a tu hijo le encantará y estará feliz, por lo que estás doblemente ilusionada (aunque siempre está la posibilidad de que se lo des y ni lo pele).

Pues bueno, vayamos al caso que nos ocupa:

Tu hija te pide que cantes (a pesar de tu voz y de parecer disco rayado), canciones de la peli de La Sirenita una y otra vez, sin clemencia; y ella  es casi un pez que le encanta bañarse en tina o regadera, mojarse con la manguera del jardín o con el agua del vaso o del fregadero, nadar en la alberca o en un charco, da igual, el punto es estar en contacto constante con el agua. De pronto, pasas por una tienda y ves que venden una sirenita Ariel preciosa, que dice en la caja: “¡Métela al agua y escúchala cantar!”, “¡Me encanta nadar contigo!”, “¡Soy feliz en el mar!”, “¡Es muy divertido nadar en el mar, ven a nadar conmigo!”, etc. Inmediatamente, haces “tu historia mental”  y te imaginas la cara de felicidad de tu hija si la tuviera. Así que cuando su tío te pregunta qué le da de cumple, sin lugar a dudas le dices que esa muñeca.



Cuando la susodicha llega a casa, la desempacas con más ilusión que la cría. Cabe señalar que cada vez amarran los juguetes cual rehenes de alta peligrosidad. Cuando logras liberarla de su empaque, hurgas hasta el último rincón de la casa buscando las 2 pilas que requiere para funcionar. (By the way, esto de las pilas es todo un tema, no entiendo por qué no las incluyen, si siempre dicen que no pueden ser recargables y rara vez coincide que en casa tengas el tipo que necesitas, generalmente a la que tienes le falta o sobra una A). En fin, es esta ocasión encuentras las famosas pilas AA y empieza la odisea de  ponerlas. ¿Por qué?, porque ¡no pueden poner  los tornillos en un hoyito más profundo y más pequeño! Así que ningún desarmador normal te sirve y te ves obligada a recurrir a estrategias creativas de solución de conflictos, hasta que consigues ganar la batalla y puedes finalmente darle la muñeca a tu hija que esperaba-desesperadamente que terminaras.

Ahora sí, tu nivel de ilusión aumenta cuando le dices que le enseñarás cómo canta.  Como sólo canta al estar en contacto la cola con el agua, le preparas un recipiente con agua en el baño para que pueda meterla y pones una toalla en el piso para que las olas de tsunami que con seguridad  hará tu hija mientras se divierte no encharquen todo el suelo.

Total, antes de que empiece el espectáculo, por fortuna el instructivo de la princesa Ariel cae en tus manos y quisieras creer que es una broma lo que estás leyendo: ¡SÓLO se le puede mojar la mitad de la cola!!!!!!!!!!!!!



En tu cabeza se quedan clavadas dos palabras: sólo y mitad. ¡No puede ser! Así que antes de que la monigota quede como cuando visitó a Úrsula la bruja del mar, o sea  muda, te apresuras a asegurarte de que tu hija “no juegue con su juguete nuevo” como lo haría cualquier niño del mundo teniendo una sirena en sus manos: sumergiéndola y haciéndola echarse clavados libremente.

Por lo tanto, se acabó la ilusión y empieza la tensión, ahora tu misión es conseguir que tu hija la meta verticalmente o medio inclinada, pero sin que el agua sobrepase unos 7 centímetros de los 35 cms que mide la princesita. Que se olvide de sus intenciones de mojarle el pelo porque le llega a la espalda, de lavarle la carita o el cuerpo  y que ni se le ocurra ponerla a echarse clavados. Lo que toca es que controle sus instintos de juego y diversión, que practique la obediencia y el autodominio, que escuche las frases emitidas por el objeto con la “gran actividad corporal” que se tiene durante un concierto de música clásica y que ejercite la coordinación motora del brazo con el movimiento rítmico del brazo de arriba abajo, para que entre y salga “sólo” media cola de Ariel al agua y ésta pueda seguir cantando y hablando.

Hay muchos adjetivos ad hoc para el méndigo juguetito, describamos los que se pueden publicar sobre esta sirena para “bañarte”, que “canta en el agua”, pero a la cual “SÓLO se le puede mojar hasta la mitad de la cola”, ya que si no, se descompone:

1.       Es un engaño - publicidad engañosa.

En realidad, no la puedes meter al agua ni tu hija se podrá bañar con ella. De hecho, en realidad prácticamente no podrá escuchar su voz porque el riesgo de que la pierda aumenta proporcionalmente con el número de veces que juegue. Mientras que paradójicamente si no quiere que se eche a perder y no la moja, nunca oirá su voz, ya que sólo funciona cuando entra en contacto con el agua.

2.       Es ridículo. No sé qué pensaban al fabricar esta ridiculez:

a.       ¿Formar autocontrol infantil?

Pretenden que para que no se descomponga y se pueda seguir escuchando la dulce y melodiosa voz de la sirena, un niño sólo:

                              i.      ¿Moje hasta la mitad la colita sin supervisión de un adulto con las correspondientes “intervenciones”: ¡no!, ¡aguas!, ¡sécala rápido, ya te pasaste!, ¡cuidado!?

                                                             ii.      O que, ¿su juego debe ser ver a sus papás jugar con la muñeca?

Las dos opciones parecen muuuy divertidas y crueles.

b.      ¿Fomentar en los niños el gusto por coleccionar princesas en su empaque original para que en un futuro tal vez incremente su valor?

c.       ¿Aumentar la tolerancia a la frustración de los padres?

Ya que de no optar por tomarse el tiempo y la molestia de devolverla, tendrán que resignarse a que a pesar de haber pagado porque hablara, ésta se estropee casi al preciso momento de salir del empaque para que su adorable retoño pueda realmente jugar.

d.      ¿Verificar cuántos adultos tienen tiempo o se lo inventan para ir a regresar el fraude de juguetito y cambiarlo por otro que si cumpla su función? ¿Cuántos se toman el tiempo de llamar a la marca para dar la queja? ¿Será que algún científico/sociólogo quiere sacar alguna estadística interesante?

3.       Es un robo. (Por cierto, no es barata aunque sea made in China)

Obviamente, mientras la dueña de ésta sea una niña que pueda y sepa jugar, la dejará muda en menos tiempo del que te tomó comprarla, por lo que definitivamente de antemano deberían venderla muda a precio de cualquier otra muñeca común y corriente muda. Entonces, sí podría ser un “juguete” y cumpliría su función de acompañar a la niña en su baño y ella podría verdaderamente, “jugar con su juguete”.

En conclusión, lo que se puede observar es el “alto” conocimiento psicopedagógico que tuvieron los diseñadores del producto, los supervisores y todos los involucrados en producirla y venderla. Resulta que tras adquirir su maravillosa obra tienes la oportunidad de apostar en cuántos segundos, minutos o días la princesita pierde la habilidad que la hacía tan cara, quedando como cualquier otra muñeca.   

En fin, si al final logras inventarte el tiempo para irla a cambiar también descubres que los hijos son menos complicados que uno, al final acabas llevándole una muñeca más chica, más barata y que no hace nada más que verdaderamente divertirla y ser su “compañera” (no la suelta ni para hacer pipí, ni extraña a la otra) y está feliz.

Para que al menos tanto show sirva de algo y aunque no aplique del todo: los padres debemos cuidar el no fomentar el consumismo en nuestros hijos. Y sobre todo, debemos enseñarlos a comprar con la cabeza y en caso de fallar, a reclamar sus derechos, la verdad y la justicia.  Así que intenta inventarte el tiempo para regresarla y pasar tu queja a Fotorama, explicándole a tu hija de manera simple y de acuerdo a su edad por qué no se puede quedar con esa muñeca y tiene que cambiarla por otra…



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