lunes, 19 de febrero de 2018

Navidad, ¿época para dar o de darte?

Me pidieron escribir sobre Navidad y se me ha hecho muy difícil… Por más que lo intento y trato de que al teclear salgan corazones, paz y felicidad, no lo consigo… De hecho, entre más se acerca la fecha, más siento que se difumina el sentido real de la Navidad…
En septiembre, con las tiendas pintadas de verde, blanco y rojo, me llegó un “meme” que de manera muy gráfica me parece que deja claro la “profundidad” a la que se han reducido nuestras celebraciones y tradiciones: pachanga, tragadera y sobre todo, excesos…


No cabe duda de que han sido muy efectivas las estrategias para aumentar la población económicamente activa y activar la economía con festejos mensuales inundados con emotivas propagandas que hasta te hacen sentir mal si no sigues el rollo de consumir, gastar y demostrar tu amor y agradecimiento con cosas… Sin importar que sean porquerías inútiles pero cumplidoras y aunque pasado “el día” se guarden en la basura o en el cajón de los roperazos para re-regalar al siguiente afortunado… En esta dinámica consumista y de excesos, se recibe el Año Nuevo con la gula por delante, y en muchos casos, con borracheras y desmanes, aunados a kilométricas listas de buenos propósitos.
Frecuentemente, se empieza enero con el pie izquierdo, en números rojos por los gastos y deudas acumulados a pagar “en abonos chiquitos” durante el año, mientras se tiene la firme intención de “ahora sí” conseguir no gastar de más y ser millonario fashion con cuerpo de modelo.
Así pues, con la mirada puesta en la abundancia física y material, se hace una excepción para comer la rosca con chocolatito caliente el 5 de enero, sólo porque insistió la comadre, y ni modo de “hacerle el feo” si la compró con tanto cariño.
Al día siguiente, sólo por mantener la ilusión y por no hacer quedar mal a los Reyes Magos, aparecen regalos espléndidos que no permiten empezar el año ahorrando. Suspiras y piensas: “es que no alcanza para todo, pero el próximo mes sí ahorro”…
Pasadas dos quincenas, después de haber recargado pilas con los tamalitos y los buñuelos de “La Candelaria”, conviene ir pensando en el “Día del Amor y la Amistad”, puro y desinteresado… Que no tienes novio, novia, marido, esposa ni prospecto…. ¡No te preocupes! ¡No me digas que no tienes amigos a quien regalarles algo!…
Como febrero es un mes corto, sin darte cuenta ya estás en marzo… Eso sí, hay que estar atento al calendario para planear qué hacer, porque con eso de que se mueve la fecha del carnaval… ¡Ay no, si la que se mueve cada año es la bendita Cuaresma!, obligándonos a ser flexibles para programar una buena escapadita en Semana Santa o al menos en el “puente” de la primavera… ¡Digo!… el “puente” por el Natalicio de Don Benito Juárez, pero es que ¿a quién se le ocurre nacer el mismo día?… Cualquiera se puede equivocar… De hecho, no es por nada, pero a más de uno le pasa que tiene “puente” y no sabe ni por qué está de vago, pero tampoco es tan grave… En realidad, a lo bailado y lo paseado poco les importa el pretexto que se use…
Ahora bien, como entre marzo y abril sólo está Semana Santa y más vale prevenir que lamentar, algunas escuelas privadas en estos meses hacen el favor de ir cobrando la reinscripción para no dejar a tus hijos sin escuela el próximo ciclo escolar… Igualmente, te ofrecen la posibilidad de aprovechar los descuentos para pagar los libros del próximo curso…
Entonces llega mayo, y qué bueno que trabajas arduamente, porque este mes sí viene con todo. Empieza con el “puente” del día 1º para festejar el “Día del Trabajo” sin trabajar, que a veces se pega o lo pegas con el asueto del día 5 para hacer un “mega puente”, sacando a relucir tus dotes de Ingeniero Civil. Luego viene el “Día de la Madre” y el “Día del Maestro”, días en los que con algo tangible y valioso debes demostrarle todo tu amor a tu madre y todo tu agradecimiento a los maestros que se fletan con tus hijos… No vayas a salir con que “no tengo”… ¡Si para eso tienes tarjeta de crédito! Tú pásala, aunque el famoso detallito te salga 45% más caro por los intereses que te cobran y “la Miss” lo re-regale en el próximo intercambio… ¡Tú tranquilo, que cumpliste!…
Pasado este mes tan intenso, llega junio, y obvio, la mamá es la mamá, pero sí estaría gacho que a tu papá “de-a-perdis” no lo invites a comer por el “Día del Padre”. Será el sereno, pero es tu padre…¡Eso sí, no te emociones, todavía hay más para este mes!… Para cerrar con broche de oro el primer semestre, alístate para desembolsar mínimo unos $350 para los disfraces del evento de fin de curso, en el cual tus angelitos lucirán cual artistas de Broadway durante un máximo de 3 minutos… Con la gran oportunidad incluida de poder tomarles fotos espectaculares e inolvidables. Una recomendación: ubícate y no se te ocurra sugerir inculcar a los chamacos la austeridad, el ahorro, el reciclaje y el usar la creatividad haciendo disfraces sencillos y dignos de los que salen en Pinterest, con materiales baratos y un poco de tiempo… ¡No, hombre! ¡Para eso trabajas! ¡Para darles “todo”! ¡Ya déjate de ridiculeces, que sí puedes pagarlo!… Además, crecen muy rápido y justo ahora es cuando se dejan “hacer de todo” cual monitos de circo y se te cae la baba.
Ahora bien, si tienes hijos en 6° de primaria, 3° de secundaria o 3° de preparatoria, incluye en la columna de gastos de este mes las fiestas de graduación al estilo “bodorrón millonario”. Es más, incluso incluye un fondo de ahorro para la graduación de los peques de Kínder 3, porque definitivamente eso de la austeridad y la sencillez-elegante es una cuestión del pasado.
En fin, ante tal ajetreo, lo políticamente correcto es empezar el siguiente semestre con unas merecidas vacaciones, mínimo de una semanita, que puedes pagar a 12 meses sin intereses, porque necesitas dinero líquido para deshacerte de los niños el resto del verano en uno de los múltiples cursos súper “in” y cero accesibles que se ofrecen… ¡Desde el fondo del corazón, la sociedad espera que no seas un “looser” de los que no salen en todo el año habiendo tantas oportunidades!
Pero, bueno, como todo lo bueno se acaba y hay que enseñarles a los niños a poner los pies en la tierra, pues ni modo, a finales de agosto-septiembre se escucha frecuentemente: “a la escuela escuincles para que los eduquen, que yo ya no puedo con ustedes, ni sé cómo hacerle”
Así que antes de festejar “El Grito”, pagas con gusto los uniformes y los útiles escolares. Después del pozole y la bailada de septiembre, en las tiendas nos van animando e ilusionando al parejo por “Halloween” y por Navidad, así que junto a Santa Claus puedes encontrar la máscara de “Eso” el payaso diabólico y junto al pesebre del Niño Dios la máscara del degollado con el cuchillo en el cuello y sangre escurriendo por el rostro…
Entonces sí, tras la disfrazada y la pedida de duces de octubre, el pan de muertos de noviembre, las velitas y el altar, te puedes enfocar en la Navidad que está a punto de llegar…
En este ambiente tan navideño, te facilitan la compra de agradecimiento, cariño y amor con el tan ansiado “Black Friday” que te permite poseer hasta lo que no necesitas, pero a precios bajísimos y a meses sin intereses.
Casualmente, se aprovecha el “puente” de la Revolución Mexicana para que el viernes de descuentos dure 3 días. Por tanto, con varios regalos solucionados, ahora sí puedes empezar a desembolsar “lo que se necesite” para el disfraz del Festival de Navidad del cole… No importa que si tienes más de tres hijos el costo del dichoso atuendo sea lo equivalente al pago anual de tu predial o que sumado el gasto total de todos los alumnos de la escuela sea una cantidad significativa para donar al Teletón o a la reconstrucción de alguna casa tras el sismo sufrido… ¡No, para qué! Total, nos podemos dar el lujo de tirar el dinero a la basura en una época donde lo que tocaría es la sencillez, el desprendimiento, la solidaridad, la caridad… Pero eso sí, “aquí entre nos”, ni guardes el efectivo y menos la tarjeta porque estos días hay que “vivir el amor y hacer que se sienta el amor” comprando regalos que lo demuestren a los que no necesitan y que quieres mucho… Y si te sobra, pues no estaría mal que consideres algo para quien sí lo necesite.
Asimismo, como es época de unión y generosidad, afloja el dinerito para organizarles a tus hijos, que casi no tienen fiestas durante el año, múltiples posadas con todos los grupos de amigos y salones de la escuela…
¿Y para los niños que en el año tienen con suerte una fiesta, mal comen y la pobreza les ha robado su infancia?… Pues por mientras una oración poderosa y que tus hijos saquen una ropita y un juguetito usado para dárselos, porque ahora justo ellos recibirán toneladas y tengo que hacer espacio porque ya no cabe nada… Además, la verdad es que ya estoy apretadísima de dinero y no tengo libre ningún día para organizar o participar en una posada de alguna comunidad necesitada… Pero, bueno, al final uno se queda con la conciencia tranquila porque al menos donaste lo que te sobraba y pues hiciste lo que pudiste…
Ahora sí, ya sin tantos pendientes, puedes decidir en dónde y con quién celebrarás Nochebuena, Navidad y Fin de año, para volver a empezar un maravilloso Año Nuevo endeudado y sin haber podido ahorrar, siempre por causas de fuerza mayor…
Así, en este cálido y emocionante ambiente consumista lleno de luces, la ilusión navideña a veces se nubla sólo de pensar en cuál será la bomba que explotará este año entre los amados parientes que “se sienten” o que “se paran” antes, durante y después de los festejos, porque sí y porque no…
Ni el milagro navideño logra que la parentela se centre en lo esencial, que se olviden rencillas pasadas, que se deje fuera de la puerta la soberbia, la envidia y las luchas de poder, para que mínimo la celebración parezca fiesta en lugar de funeral u obra de teatro con todos fingiendo…
Desgraciadamente, en muchas ocasiones lo más a lo que se puede aspirar en estas reuniones navideñas es a separar la mecha del cerillo… Sabiendo que la música de fondo va cargada de estribillos con críticas, incomprensiones, malentendidos y malas vibras. De hecho, estoy segura de que muchas familias saldrían de pobres si mandaran los “guiones navideños” de los rollos familiares a los productores de telenovelas.
Por fortuna, aún existen “especímenes raros”, esas personas y familias en extinción que, a pesar de ser imperfectos, verdaderamente intentan con el ejemplo formar en valores a sus hijos y viven de una u otra forma la austeridad, la generosidad, el perdón y la alegría. Familias que en lugar de priorizar los regalos priorizan la convivencia, el servicio, la atención y el poder estar juntos un año más. Familias que se organizan de una u otra manera para poder convivir justamente y sin carotas con ambas familias de origen. Familias que dan gracias antes de cenar rico, que después hacen juegos, actúan una pastorela, cantan la posada y villancicos, encienden luces de bengala y tal vez hasta se dan algún detalle, pero sin olvidar lo que se festeja, ni que el mero mero cumpleañero es Jesús. Familias que en lugar de estar esperando recibir buscan dar y llevar esperanza al necesitado, sea alguien de la familia o alguien desconocido…
En fin, evidentemente “el relato de un año cualquiera” es ligeramente sarcástico y un poco exagerado, pero cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Invito, más que buscar justificar nuestra inmersión en la vorágine consumista y buscar desligarse de la descripción, a hacer conciencia y ser honestos sobre qué debemos cambiar y cómo.
A veces es difícil romper con formas disfuncionales de relacionarse y maneras superfluas de festejar centradas en el propio egoísmo, en el materialismo y en el exceso. La sociedad de consumo nos ha consumido. Nos falta valentía para escapar de sus redes y romper paradigmas. Ha hecho que se pierda el verdadero sentido y significado no sólo de la Navidad, sino de muchas otras celebraciones y tradiciones. La sociedad de consumo vende una imagen de la vida exitosa centrada en el poseer cosas, en publicitar gratis marcas, en el vivir experiencias exclusivas, en el lujo, en la frivolidad y en el esnobismo. Ha convencido de que es mejor “el tener” que “el ser” y que la felicidad está en el insaciable tener que te obliga a “superarte”. Hace creer que una gran mayoría vive y pueden vivir a ese ritmo de consumo. Sin embargo, pocos pueden seguir esas propuestas mercadológicas sin tener que vender su alma al diablo.
El presente artículo no pretende que se rechace el dinero o lo material, sino que se les coloque adecuadamente en la jerarquía de valoresQue el dinero regrese a su lugar como medio y deje de ser el fin por el cual la vida tenga sentido. Que verdaderamente sea un medio, sí, para vivir bien y disfrutar, pero no para despilfarrar y pagar por hacer el mal u omitir hacer el bien. Que sea un medio para construir una sociedad más justa y brindar igualdad de oportunidades a todos los seres humanosUrgser conscientes de los excesos en los que hemos caído que claman al cielo y alejan de la felicidad verdadera…
La Navidad es una buena época para meditar en el amor verdadero y en lo que de verdad vale. Tenemos que analizar de qué está lleno nuestro corazón y de qué se alimenta, porque eso será lo que busque cada día y todo el año.
El consumismo y el despilfarro corre por las venas, hace mucha falta detenerse a mirar “el Belén”“el pesebre”“el Nacimiento” para recordar lo sucedido… ¡Lo que todo un Dios hizo por amor a mí… por amor a nosotros! Basta un encuentro personal con el protagonista de esta historia de amor verdadero e incondicional para transformar la propia vida, ordenar la jerarquía de valores y poner los pies en la tierra y la mirada en la eternidad. Entonces, la vida cobrará un sentido diferente, al igual que las personas y las cosas, el fracaso y el triunfo, el recibir, el dar y el darte, el tener y el ser… Hasta las celebraciones a lo largo del año, y en especial la de diciembre, se percibirán con otros ojos…

¿Tú qué festejas, cuándo y cómo?… ¿Qué es lo esencial en tus fiestas?





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