Navidad,
¿época para dar o de darte?
Me pidieron
escribir sobre Navidad y se me ha hecho muy difícil… Por más que lo intento y
trato de que al teclear salgan corazones, paz y felicidad, no lo consigo… De
hecho, entre más se acerca la fecha, más siento que se difumina el
sentido real de la Navidad…
En septiembre, con las tiendas pintadas de verde, blanco y rojo, me
llegó un “meme” que de manera muy gráfica me parece que
deja claro la “profundidad” a la que se han
reducido nuestras celebraciones y tradiciones: pachanga,
tragadera y sobre todo, excesos…
No cabe duda de que han sido muy efectivas las estrategias para aumentar
la población económicamente activa y activar la economía con festejos mensuales
inundados con emotivas propagandas que hasta te hacen sentir
mal si no sigues el rollo de consumir, gastar y demostrar tu amor y
agradecimiento con cosas… Sin importar que sean porquerías inútiles pero
cumplidoras y aunque pasado “el día” se guarden en la basura o en el cajón de
los roperazos para re-regalar al siguiente afortunado… En esta dinámica
consumista y de excesos, se recibe el Año Nuevo con la gula por delante, y en
muchos casos, con borracheras y desmanes, aunados a kilométricas listas de
buenos propósitos.
Frecuentemente, se empieza enero con el pie izquierdo, en números rojos
por los gastos y deudas acumulados a pagar “en abonos chiquitos” durante
el año, mientras se tiene la firme intención de “ahora
sí” conseguir no gastar de más y ser millonario fashion con cuerpo de modelo.
Así pues, con la mirada puesta en la abundancia física y material, se
hace una excepción para comer la rosca con chocolatito caliente el 5 de enero,
sólo porque insistió la comadre, y ni modo de “hacerle el feo” si la compró con
tanto cariño.
Al día siguiente, sólo por mantener la ilusión y por no hacer quedar mal
a los Reyes Magos, aparecen regalos espléndidos que no permiten empezar el año
ahorrando. Suspiras y piensas: “es que no alcanza para
todo, pero el próximo mes sí ahorro”…
Pasadas dos quincenas, después de haber recargado pilas con los
tamalitos y los buñuelos de “La Candelaria”,
conviene ir pensando en el “Día del Amor y la Amistad”,
puro y desinteresado… Que no tienes novio, novia, marido, esposa ni prospecto….
¡No te preocupes! ¡No me digas que no tienes amigos a quien regalarles algo!…
Como febrero es un mes corto, sin darte cuenta ya estás en marzo… Eso
sí, hay que estar atento al calendario para planear qué hacer, porque con eso
de que se mueve la fecha del carnaval… ¡Ay no, si la que se mueve cada año es
la bendita Cuaresma!, obligándonos a ser flexibles para programar una buena
escapadita en Semana Santa o al menos en el “puente” de la
primavera… ¡Digo!… el “puente” por el
Natalicio de Don Benito Juárez, pero es que ¿a quién se le ocurre nacer el
mismo día?… Cualquiera se puede equivocar… De hecho, no es por nada, pero a más de uno le pasa que tiene “puente” y no sabe
ni por qué está de vago, pero tampoco es tan grave… En realidad, a lo bailado y
lo paseado poco les importa el pretexto que se use…
Ahora bien, como entre marzo y abril sólo está Semana Santa y más vale
prevenir que lamentar, algunas escuelas privadas en estos meses hacen el favor
de ir cobrando la reinscripción para no dejar a tus hijos sin escuela el
próximo ciclo escolar… Igualmente, te ofrecen la posibilidad de aprovechar los
descuentos para pagar los libros del próximo curso…
Entonces llega mayo, y qué bueno que trabajas arduamente, porque este
mes sí viene con todo. Empieza con el “puente” del
día 1º para festejar el “Día del Trabajo” sin
trabajar, que a veces se pega o lo pegas con el asueto del día 5 para hacer
un “mega puente”, sacando a relucir tus dotes de Ingeniero
Civil. Luego viene el “Día de la Madre” y
el “Día del Maestro”, días en los que con algo tangible y
valioso debes demostrarle todo tu amor a tu madre y todo tu agradecimiento a
los maestros que se fletan con tus hijos… No vayas a salir con que “no tengo”… ¡Si para eso tienes tarjeta de crédito! Tú
pásala, aunque el famoso detallito te salga 45% más caro por los intereses que
te cobran y “la Miss” lo re-regale en el
próximo intercambio… ¡Tú tranquilo, que cumpliste!…
Pasado este mes tan intenso, llega junio, y obvio, la mamá es la mamá,
pero sí estaría gacho que a tu papá “de-a-perdis” no
lo invites a comer por el “Día del Padre”.
Será el sereno, pero es tu padre…¡Eso sí, no te emociones, todavía hay más para
este mes!… Para cerrar con broche de oro el primer semestre, alístate para
desembolsar mínimo unos $350 para los disfraces del evento de fin de curso, en
el cual tus angelitos lucirán cual artistas de Broadway durante un máximo de 3
minutos… Con la gran oportunidad incluida de poder tomarles fotos
espectaculares e inolvidables. Una recomendación: ubícate y no se te ocurra
sugerir inculcar a los chamacos la austeridad, el ahorro, el reciclaje y el
usar la creatividad haciendo disfraces sencillos y dignos de los que salen en
Pinterest, con materiales baratos y un poco de tiempo… ¡No, hombre! ¡Para eso
trabajas! ¡Para darles “todo”! ¡Ya déjate de ridiculeces, que sí puedes
pagarlo!… Además, crecen muy rápido y justo ahora es cuando se dejan “hacer de todo” cual monitos de circo y se te cae
la baba.
Ahora bien, si tienes hijos en 6° de primaria, 3° de secundaria o 3° de
preparatoria, incluye en la columna de gastos de este mes las fiestas de graduación
al estilo “bodorrón millonario”. Es más,
incluso incluye un fondo de ahorro para la graduación de los peques de Kínder
3, porque definitivamente eso de la austeridad y la sencillez-elegante es una
cuestión del pasado.
En fin, ante tal ajetreo, lo políticamente correcto es empezar el
siguiente semestre con unas merecidas vacaciones, mínimo de una semanita, que
puedes pagar a 12 meses sin intereses, porque necesitas dinero líquido para
deshacerte de los niños el resto del verano en uno de los múltiples cursos
súper “in” y cero accesibles que se ofrecen… ¡Desde el
fondo del corazón, la sociedad espera que no seas un “looser” de los que no salen en todo el año
habiendo tantas oportunidades!
Pero, bueno, como todo lo bueno se acaba y hay que enseñarles a los
niños a poner los pies en la tierra, pues ni modo, a finales de
agosto-septiembre se escucha frecuentemente: “a la escuela escuincles para
que los eduquen, que yo ya no puedo con ustedes, ni sé cómo hacerle”…
Así que antes de
festejar “El Grito”, pagas con gusto los uniformes y los útiles
escolares. Después del pozole y la bailada de septiembre, en las tiendas nos
van animando e ilusionando al parejo por “Halloween” y
por Navidad, así que junto a Santa Claus puedes encontrar la máscara de “Eso” el payaso diabólico y junto al pesebre del
Niño Dios la máscara del degollado con el cuchillo en el cuello y sangre
escurriendo por el rostro…
Entonces sí, tras la disfrazada y la pedida de duces de octubre, el pan
de muertos de noviembre, las velitas y el altar, te puedes enfocar en la
Navidad que está a punto de llegar…
En este ambiente
tan navideño, te facilitan la compra de agradecimiento, cariño y amor con el
tan ansiado “Black Friday” que te permite
poseer hasta lo que no necesitas, pero a precios bajísimos y a meses sin
intereses.
Casualmente, se aprovecha el “puente” de la
Revolución Mexicana para que el viernes de descuentos dure 3 días. Por tanto,
con varios regalos solucionados, ahora sí puedes empezar a desembolsar “lo que se necesite” para el disfraz del Festival de
Navidad del cole… No importa que si tienes más de tres hijos el costo del
dichoso atuendo sea lo equivalente al pago anual de tu predial o que sumado el
gasto total de todos los alumnos de la escuela sea una cantidad significativa
para donar al Teletón o a la reconstrucción de alguna casa tras el sismo
sufrido… ¡No, para qué! Total, nos podemos dar el lujo de tirar el dinero a la
basura en una época donde lo que tocaría es la sencillez, el desprendimiento,
la solidaridad, la caridad… Pero eso sí, “aquí entre nos”, ni
guardes el efectivo y menos la tarjeta porque estos días hay que “vivir el amor y hacer que se sienta el amor” comprando
regalos que lo demuestren a los que no necesitan y que quieres mucho… Y si te
sobra, pues no estaría mal que consideres algo para quien sí lo necesite.
Asimismo, como es
época de unión y generosidad, afloja el dinerito para organizarles a tus hijos,
que casi no tienen fiestas durante el año, múltiples posadas con todos los
grupos de amigos y salones de la escuela…
¿Y para los niños que en el año tienen con suerte una fiesta, mal comen
y la pobreza les ha robado su infancia?… Pues por mientras una oración poderosa
y que tus hijos saquen una ropita y un juguetito usado para dárselos, porque
ahora justo ellos recibirán toneladas y tengo que hacer espacio porque ya no
cabe nada… Además, la verdad es que ya estoy apretadísima de dinero y no tengo
libre ningún día para organizar o participar en una posada de alguna comunidad
necesitada… Pero, bueno, al final uno se queda con la conciencia tranquila
porque al menos donaste lo que te sobraba y pues hiciste lo que pudiste…
Ahora sí, ya sin tantos pendientes, puedes decidir en dónde y con quién
celebrarás Nochebuena, Navidad y Fin de año, para volver a empezar un
maravilloso Año Nuevo endeudado y sin haber podido ahorrar, siempre por causas
de fuerza mayor…
Así, en este cálido y emocionante ambiente consumista lleno de luces, la
ilusión navideña a veces se nubla sólo de pensar en cuál será la bomba que
explotará este año entre los amados parientes que “se sienten” o que “se
paran” antes, durante y después de los festejos, porque sí y
porque no…
Ni el milagro navideño logra que la parentela se centre en lo esencial,
que se olviden rencillas pasadas, que se deje fuera de la puerta la soberbia,
la envidia y las luchas de poder, para que mínimo la celebración parezca fiesta
en lugar de funeral u obra de teatro con todos fingiendo…
Desgraciadamente, en muchas ocasiones lo más a lo que se puede aspirar
en estas reuniones navideñas es a separar la mecha del cerillo… Sabiendo que la
música de fondo va cargada de estribillos con críticas, incomprensiones,
malentendidos y malas vibras. De hecho, estoy segura de que muchas familias
saldrían de pobres si mandaran los “guiones navideños” de
los rollos familiares a los productores de telenovelas.
Por fortuna, aún existen “especímenes raros”,
esas personas y familias en extinción que, a pesar de ser imperfectos,
verdaderamente intentan con el ejemplo formar en valores a sus hijos y viven de
una u otra forma la austeridad, la generosidad, el perdón y la alegría. Familias
que en lugar de priorizar los regalos priorizan la convivencia, el servicio, la
atención y el poder estar juntos un año más. Familias que se organizan de una u
otra manera para poder convivir justamente y sin carotas con ambas familias de
origen. Familias que dan gracias antes de cenar rico, que después hacen juegos,
actúan una pastorela, cantan la posada y villancicos, encienden luces de
bengala y tal vez hasta se dan algún detalle, pero sin olvidar lo que se
festeja, ni que el mero mero cumpleañero es Jesús. Familias que en lugar de
estar esperando recibir buscan dar y llevar esperanza al necesitado, sea
alguien de la familia o alguien desconocido…
En fin, evidentemente “el relato de un año
cualquiera” es ligeramente sarcástico y un poco exagerado, pero
cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Invito, más que buscar
justificar nuestra inmersión en la vorágine consumista y buscar desligarse de
la descripción, a hacer conciencia y ser honestos sobre qué debemos cambiar y
cómo.
A veces es difícil romper con formas disfuncionales de relacionarse y
maneras superfluas de festejar centradas en el propio egoísmo, en el
materialismo y en el exceso. La sociedad de consumo nos ha consumido. Nos falta
valentía para escapar de sus redes y romper paradigmas. Ha hecho que se pierda
el verdadero sentido y significado no sólo de la Navidad, sino de muchas otras
celebraciones y tradiciones. La sociedad de consumo vende una imagen de la vida
exitosa centrada en el poseer cosas, en publicitar gratis marcas, en el vivir
experiencias exclusivas, en el lujo, en la frivolidad y en el esnobismo. Ha
convencido de que es mejor “el tener” que “el ser” y que la felicidad está en el insaciable
tener que te obliga a “superarte”. Hace
creer que una gran mayoría vive y pueden vivir a ese ritmo de consumo. Sin
embargo, pocos pueden seguir esas propuestas mercadológicas sin tener que
vender su alma al diablo.
El presente artículo no pretende que se rechace el dinero o lo material,
sino que se les coloque adecuadamente en la jerarquía de valores. Que el dinero regrese a su lugar como medio y deje de ser el fin
por el cual la vida tenga sentido. Que verdaderamente sea
un medio, sí, para vivir bien y disfrutar,
pero no para despilfarrar y pagar por hacer el mal u omitir hacer el
bien. Que sea un medio para construir una sociedad más
justa y brindar igualdad de oportunidades a todos los seres humanos. Urge ser conscientes de los excesos
en los que hemos caído que claman al cielo y alejan de la felicidad verdadera…
La Navidad es una buena época para meditar en el amor verdadero y en lo que de verdad vale. Tenemos
que analizar de qué está lleno nuestro corazón y de qué se
alimenta, porque eso será lo que busque cada día y todo el año.
El consumismo y el despilfarro corre por las venas, hace mucha falta
detenerse a mirar “el Belén”, “el pesebre”, “el Nacimiento” para
recordar lo sucedido… ¡Lo que todo un Dios hizo por amor a mí… por
amor a nosotros! Basta un encuentro personal con
el protagonista de esta historia de amor verdadero e incondicional para
transformar la propia vida, ordenar la jerarquía de valores y poner los pies en
la tierra y la mirada en la eternidad. Entonces, la vida cobrará un sentido diferente, al igual que las personas y
las cosas, el fracaso y el triunfo, el recibir, el dar y el darte, el tener y
el ser… Hasta las celebraciones a lo largo del año, y en especial la de
diciembre, se percibirán con otros ojos…
¿Tú qué festejas,
cuándo y cómo?… ¿Qué es lo esencial en tus fiestas?
También publicado en: http://www.diarionuevavision.com/criterio/navidad-epoca-para-dar-o-de-darte/
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