domingo, 11 de septiembre de 2016

La violencia y el bullying se aprenden en casa: Parte 2 (CUATRO PUNTOS)



¿Cómo es posible que estemos conquistando el espacio
y en cambio, no logremos que la paz conquiste nuestras familias y el mundo?



4 PUNTOS PARA EMPEZAR A LOGRARLO


El artículo anterior a través de ejemplos pretendía dejar claro que la violencia y el bullying se aprenden en casa, en primera instancia, con el ejemplo y sin mala fe. Siendo reforzados más tarde por las escuelas, los profesores y la sociedad, que continúan utilizando medidas agresivas e irrespetuosas como métodos “educativos” y de control. Por tanto, el niño interioriza que la amenaza, el chantaje, la burla, el sarcasmo, las comparaciones, las ridiculizaciones, el regaño, el castigo, el miedo, el abuso son formas socialmente válidas para conseguir los objetivos y los resultados que deseas. De esta forma, el ciclo de la violencia y el abuso continúan pasando de generación en generación.

Obvio nadie es perfecto y todos nos equivocamos. Sin embargo, resulta inconcebible surjan tantas justificaciones para continuar utilizando la violencia física y psicológica para “educar” a los niños:


  • iPorque somos familia numerosa y sin un “régimen militar” sería imposible y nos volveríamos locos… ¿Seguro????...  Porque la realidad es que no todas las familias numerosas utilizan la violencia para “educar”. Es cierto que el orden y la responsabilidad son valores indispensables, pero estos no están peleados con el respeto y con evitar la violencia física o psicológica. ¿De verdad no se puede criar de otra forma? ¿No hay alternativas? ¿O  será que hay resistencia al cambio y tendencia a la repetición de patrones?
  • Porque mis hijos son “de lo peor”, no como los tuyos que son súper “buenos”... ¿Seguro????... Es cierto que cada niño es diferente, pero en general los niños son niños-niños, se portan como niños, hacen cosas de niños y con su comportamiento simplemente se comunican. Por eso  necesitamos aprender a interpretar qué nos quieren decir. Los niños son buenos, no tienen mala intención cuando se equivocan o hacen cosas negativas. No hay que etiquetarlos negativamente, se puede describir la conducta pero no hay que adjetivarlos. Hay aceptar que son pequeños, que están aprendiendo, descubriendo el mundo y sus capacidades y simplemente están pasando por etapas de desarrollo normal. Entre ellas está cuando los niños defienden la propiedad privada y no quieren que el “amiguito - invasor” que invitó su mamá, toque sus juguetes. Niños que en una época de su vida han mordido a adultos y a niños, con razón y sin ella. Niños que al no manejar aún tantos recursos pegan para para resolver diferencias o para que por fin les hagan caso. Niños que por curiosidad o por querer ser autónomos se han trepado a lugares peligros. Niños que jugando, imaginando o hasta intentando sorprender han manchado la pared o hecho un desastre en casa. Niños que tienen “accidentes” constantes, no sólo las típicas caídas y golpes, sino los vasos derramados, los escapes de pipí mientras dominan la ida al escu o la ropa embarrada justo donde acaba el babero. Niños que a veces no quieren comer nada, que se despiertan y deambulan por la noche una sí y otra también. Niños que a veces no quieren ir al cole lloran porque sí, porque no y porque tal vez…Y mientras todos los niños pasan esas etapas transitorias, van madurando y consiguiendo tener más habilidades para comunicarse y resolver problemas, hay todo tipo de actitudes por parte de los educadores para acompañarlos y ayudarlos a crecer. En general, los niños hacen cosas muy parecidas, lo que varía es la percepción de los padres/educadores, así como la actitud que adoptan al respecto y la conexión que tienen con ellos.
  • Porque no sé actuar de otra forma... ¿Seguro???... Mientras no estés 3mts. bajo tierra siempre se puede cambiar y mejorar. ¿Qué te impide hacerlo? ¿Y si investigas, te formas e intentas romper paradigmas y probar nuevas ideas?¿Si buscas apoyo o amistades que te ayuden?
  •  Porque el mundo es muy duro y mejor que lo aprendan de una vez para que sean aguantadores y puedan triunfar. ¿Seguro?... ¿Y si así es y así será, para qué les adelantamos el sufrimiento? ¿Y si aprenden lo contrario y ellos se vuelven motor de cambio y logran que el mundo al menos sea “un punto” menos duro? ¿No sería mejor? ¿Si son tratados con respeto no pueden “triunfar”? Y de hecho, ¿qué significa triunfar para ti?
  •  Porque así me educaron y no pasa nada, cero traumas ni consecuencias. Ahora hasta agradezco que me hayan dado mi merecido y me hayan puesto en mi lugar a tiempo, sino quién sabe dónde andaría… ¿Seguro???...  Desde mi punto de vista, sí pasa y tan pasa que desgraciadamente una de las consecuencias es que se asuma lo malo como bueno, que se acepte la violencia como necesaria y peor aún, que la persona se considere “merecedora” de malos tratos para ser “bueno”.
  •  Porque voy agotada y no puedo más, ya no me queda paciencia para dialogar y resolver las cosas de otra forma. ¿Seguro?... ¿Entonces cuando se cansan nuestros hijos, nuestro jefe, nuestro cónyuge, familiares, amigos y empleados obtienen el derecho de faltar al respeto o utilizar la violencia física y psicológica? ¿El cansancio justifica la violencia para educar?


En fin, podemos seguir la lista de falacias para encontrar la justificación “adecuada”… O podemos ser honestos y aun sabiéndonos imperfectos y vulnerables, podemos ser concientes de que la violencia como medio para “educar” es injustificable dada la dignidad humana.

La maternidad/paternidad a veces nos abruma al mismo tiempo que nos hace vivir una felicidad inimaginable. Nos enfrenta con nosotros mismos, con nuestro pasado y con nuestro futuro, con nuestras cualidades y con nuestras debilidades. Nos permite palpar la grandeza y la miseria humana. Nos inunda con la bendición de tener a nuestro cargo una nueva vida y con la gran responsabilidad que implica. Nos lanza a espacios totalmente desconocidos, exigiéndonos estar estado de hiperigilancia constante, alcanzando niveles de cansancio físico y emocional increíbles y comprobando la veracidad de aquella famosa frase “yo sólo sé que no sé nada” y lo difícil que es no repetir patrones que jurábamos nunca hacer...

Sin embargo, ¿la complejidad, el cansancio y la “ignorancia”  propia de esta misión
justifica la violencia para ” educar”?

No. La violencia como medio para educar es injustificable dada la dignidad humana. Tratar con respeto a los demás es una exigencia para todo ser humano, independientemente de las circunstancias y de la edad del educando. Inclusive, hay más responsabilidad con el menor de edad, con el dependiente, con el indefenso, con el débil, con el enfermo, etc.

Hace poco un abuelo muy simpático le hacía “burla” a su nieta preguntándole que cuál es la “generación de crianza” en la que estamos actualmente, que si es la cuarta o quinta… La broma salió porque un día su nieta le impidió ponerle ron en las encías de su hija a quien le estaban saliendo sus dientes, diciéndole que “en esta época estamos en otra generación de crianza y que eso ya no se hace”. Así que desde entonces, cada que la ve, le recuerda sus palabras…

¡Y es cierto, la chica tiene razón! Formas o prácticas que antes eran lo típico, ahora no se acostumbran o están incluso desaconsejadas con evidencia científica. No obstante, en un futuro, nuestros hijos seguramente tildarán de “prehistóricos” muchos de nuestros procederes... Sin embargo, si queremos erradicar la violencia, el bullying y las guerras, para tener un mundo mejor y más humano y pacífico deberíamos empezar por erradicar la violencia, en todos sus grados, de nuestras familias y escuelas.

Necesitamos cambiar la forma en que educamos y tratamos a nuestros niños,
y esto implica comenzar por cambiar nosotros mismos...


Alguna vez te has preguntado: ¿por qué si estamos en “otra generación de crianza” la amenaza, los chantajes, las ridiculizaciones, las comparaciones, las burlas y los golpes hacia los niños siguen siendo el pan de cada día y peor aún, siguen siendo “justificados y aceptados socialmente”? ¿Y para qué seguimos justificando y utilizando con los niños estas reacciones y comportamientos violentos, impulsivos, defensivos y muy primitivos para “solucionar” rápido y a corto plazo las dificultades que se van presentando a lo largo de la crianza?

¿Será porque así fuimos educados y no conocemos otra forma de educar?

¿Será que no queremos romper paradigmas que nos obliguen a salir de nuestra zona de confort?

¿Será para sentirnos en control y en posesión del poder?

¿Será para poder explotar sin culpa...
Ya que se culpa directamente al infante de haberte hecho perder la paciencia?

¿Será para descargar agobios y  furia contenida
(que no nos atreveríamos a expresar de igual forma a nuestros pares por las consecuencias)
con alguien indefenso que no tome represalias y perdone “todo”, al menos a corto plazo?

¿Será para conseguir doblegar la individualidad y la voluntad,
para someter y conseguir “domar” al “terrible infante” y que sea “más fácil y dócil”?

¿Será para que la vergüenza y el miedo que generan en el educando el castigo físico o psicológico
 logre a corto plazo y “fácilmente” manipular al niño
para que al menos, finja en presencia del educador, pensar, hablar y comportarse
según las expectativas del adulto, tanto en tiempo como en forma?

Hay miles de justificaciones, pero hay que recordar que “las palabras convencen y el ejemplo arrastra”… Así que si es “normal” y hasta “bueno” pegarle al niño que pega “para enseñarle que no pegue”, gritarle “que se calle la boca” cuando grita porque “parece verdulero”, insultarlo cuando contesta mal, amenzarlo cuando quiere hacer las cosas de diferente manera o en otro momento”

¡¡¡No sé por qué nos extrañamos de que la violencia y el bullying estén invadiendo las familias, las escuelas, las redes sociales y la sociedad!!!!...

¡¡¡¡El ejemplo arrastra!!!!




Desgraciadamente, nadie es perfecto y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra… Creo que pocos o para ser más exactos, nadie puede tirar ni ¼ de piedra, ya que en mayor o menor grado, sútil o descaradamente, todos hemos caído en utilizar estas “armas de control” alguna vez con nuestros niños.  La realidad es que día a día nos descubrimos imperfectos y en la necesidad de responsabilizarnos de nuestras palabras y actos e incluso hasta de pedir perdón, ya que el orgullo y la soberbia son de los principales promotores de las guerras familiares, sociales y mundiales…  En lugar de levantar el dedito acusador hacia los niños “que te obligan a ser así porque son terribles, chantajistas, manipuladores, no entienden de otra forma y si no me pongo así, qué será de ellos más adelante… Definitivamente, más vale una nalgada a tiempo” Así que:


  1. Empecemos por dejar de justificar lo injustificable y buscar culpables de lo que solo es responsabilidad nuestra (nuestras actitudes, nuestras contestaciones, nuestras formas de resolver conflictos y de tratar a nuestros niños, etc.)… Para que nuestros niños también aprendan a ser humildes, a ser responsables y a tratar con respeto a todos.
  2. Empecemos a mirarnos a nosotros mismos con detenimiento para poder detectar nuevas formas de actuación que faciliten tener actitudes positivas y establecer relaciones sanas que nos ayuden a crecer y poder educar con amor y en paz… Para que nuestros niños aprendan por experiencia y con nuestro ejemplo a ser más humanos, respetuosos, asertivos, resolutivos y conciliadores.
  3. Empecemos a mirarlos profundamente, a contemplar su alma y su futuro, a ver más allá de sus errores y de su falta de madurez o destreza debida a su corta edad y experiencia… Para que ellos aprendan a no centrarse en el error, a perseverar, a mejorar continuamente y a ser misericordiosos.
  4. Empecemos por respetar a los niños igual que exigimos respeto para los adultos. Si somos sinceros lo que le hacemos o decimos a los niños sería impensable hacerlo o decirlo a un adulto. Incluso, en muchos casos, hasta sería perseguido legalmente… ¿Por qué con los niños sí está permitido una “nalgada a tiempo” y a tu jefe no se la das para que no se ande pasando?… ¿Por qué a los niños se les chantajea, amenaza e insulta?... ¿Porque sólo así aprenden?... ¿Se lo merecen?... ¿No hay de otra?... ¿No son tienen la misma dignidad que el mayor de edad?”...Para que en un futuro no solo a ti te traten como les enseñaste, con respeto, sino a todos…


La violencia  para “educar” no es en sí misma buena nunca, no soluciona los conflictos sino que  los agrava y los traspasa a la sociedad y al mundo. Hay que empezar por reconocer que los adultos somos imperfectos y que a veces nos dejamos llevar por el impulso, por nuestros defectos e inmadurez. Tal vez porque no sabemos reaccionar de otra forma. Tal vez porque nos falta romper paradigmas, aumentar la paciencia, vivir la templanza, conocer nuevas herramientas y practicar nuevas técnicas… Lo que sea, pero que quede claro:

¡Sí se puede educar sin violencia!

Sin amenazas, sin chantajes, sin burlas, sin sarcasmo, sin comparaciones odiosas y absurdas,
sin ridiculizaciones, sin regaños, sin castigos, sin generar miedo, sin abuso, sin etiquetas
y obvio, sin golpes…

Y ¿sabes qué?...
Esos niños de “otra generación de crianza”,
con su dignidad respetada, con una clara conciencia del valor del otro y
habiendo aprendido con el ejemplo de sus padres y educadores,
a manejar adecuadamente las emociones
y a resolver respetuosamente y pacíficamente las diferencias,
harán posible que tanto la violencia, como el bullying y las guerras en el mundo
disminuyan considerablemente.

¡Por un mundo sin violencia, rompamos paradigmas y eduquemos sin violencia!

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