viernes, 28 de agosto de 2015

EL RELATIVISMO Y LOS HIJOS (a partir de una escena de Intensa Mente)




¿Qué creen?

¡Ya fui a ver Intensa Mente!

Algunos seguidores tras colgar hace poco un artículo que me gustó de la peli, me dijeron que ya me la había "spoileado" completita. Cabe señalar, que desde antes que saliera me la "spoilié" y a conciencia. Todo porque un día mi hijo me dijo que si cuando saliera la podíamos ver. No obstante, como era de Pixar, supuse (y supuse bien) que no era para niños. Así que para saciar su curiosidad compré un libro en Costco. Lo leímos (con algunas modificaciones y censuras aplicadas) y para rematar vimos en You Tube algunos cortos de la peli. Total que sin mucho esfuerzo, la hipótesis quedó comprobada y reafirmé que no los llevaría a verla. Sin embargo, como consecuencia colateral, ya me sabía hasta los diálogos, incluso antes de que se estrenará.

De cualquier forma, mi marido y yo nos escapamos  un día a verla y coincido con el título, nuestra mente es intensa. Es impresionante todo lo que pasa en nuestro pent house! (por darle una localización física a nuestra alma racional). ¡Traemos una pachanga dentro! Y eso que en la peli se centran sólo en las emociones, dejando de lado la razón.  Faltaría ver en "el cuartel", la acción e interacción entre emociones y la razón en búsqueda de la verdad...

De cualquier forma, creo que la peli es de gran ayuda para identificar las emociones e  impulsar la expresión de las mismas. Asimismo, permite entender su importancia e influencia en los procesos de comunicación y en la toma de decisiones, así como la necesidad de mantener un sano y positivo equilibrio entre ellas y con la razón.

En fin, en este artículo mantendré el foco en una escena, que es irrelevante pero da material para analizar aunque sean sólo dos diálogos muy breves. Sucede ya que van en el tren y alegría tira unas cajas y dice:

Alegría:  ¡Oh no, se mezclaron hechos y opiniones... Y son tan similares!...
Bing Bong: No te preocupes pasa muy a menudo, sólo mételos ahí todos, no importa.


Nota: No encontré escenas de esta parte para incluirlas.
 

¿Qué aprendemos de esta escena?


QUE DEBEMOS POTENCIAR 
EL SENTIDO COMÚN TAN NATURAL DE LA INOCENCIA INFANTIL,
HACERLO LES AYUDA A CONTINUAR DESARROLLANDO SU CAPACIDAD DE 
 DISTINGUIR ENTRE HECHOS Y OPINIONES


Tal vez esta escena pasa inadvertida, pero a mí se me hizo taaaaan actual, taaan atinada y a la vez taaaan preocupante. ¿Por qué? ¡Porque refleja el relativismo  en el que estamos inmersos!... Y no puedo con él, ya que contradice nuestra naturaleza racional, nos limita, nos impide vivir en mayor plenitud, nos lleva al caos e incluso a caer en injusticias y en la irracionalidad total.

Ahora bien, lo increíble es que a veces los niños, si los dejamos y no los confundimos, reconocen los hechos de las opiniones, o dicho de otro modo, lo que está bien y lo que está mal con más facilidad y menos resistencia que los adultos. De hecho, en ocasiones pareciera que tienen más sentido común... 

Creo que los niños son grandes maestros, su inocencia y curiosidad innata les dota de bastante sentido común. Por eso, sin leer a Carlos González, cuando su hermanito bebé llora, van a "hacer que no llore" o te llaman para que vayas corriendo a atenderlo y saben que eso de dejarlo llorar a lo Estivill está equivocado. Asimismo, cuando preguntas por un pun que sonó, no tendrán reparo en decir con toda la honestidad, "fui yo o fuiste tú". Tampoco matizarán lo que has hecho, dicho o piensas, ni tampoco dudarán en preguntar a todo pulmón por qué huele feo o por qué está tan mal vestida o gorda tal o cual persona. Ellos son transparentes y no saben de mano izquierda o de rodeos, dicen las cosas como son.

Por tanto, volviendo a la escena que nos ocupa, me parece que se gana a pulso este breve análisis porque:


  • En primer lugar, valga la "rebuznancia", es un hecho que  no da lo mismo partir de hechos (verdad) que de opiniones. Por tanto, no se les puede otorgar el mismo valor, ni deben estar todos revueltos "en la misma caja".

  • En segundo, porque estoy convencida que es prioritario, como padres y formadores, tener espíritu crítico y saber separar los hechos de las opiniones, por más complicado que parezca ser o efectivamente lo sea. No hacerlo es seguir jugando a vivir en el mundo de la fantasía, a jugar y cantar con Bing Bong, creyendo a que podemos inventarnos una realidad paralela y relativa, donde la verdad no importa...  

  • En tercero, porque es urgente y necesario inculcar a nuestros niños  el realismo y el valor para reconocer y defender la verdad, ya que se enfrentan a una época inundada por el "relativismo intolerante". Éste defiende que todo es relativo. Paradójimente, "todo" es relativo, excepto las verdades que sostiene para las cuales exige, no tolerancia extrema,  sino aceptación ciega. De lo contrario, para quienes no sean de su "club"; incluida yo, curiosamente se nos considera fanáticos, irracionales y de la prehistoria. Así que mantenerse coherentes con la verdad les resultará todo un reto.


Desafortunadamente, el relativismo ha permeado la sociedad y mucha gente  es capaz de decir y "desdecirse" según le convenga o se sienta en ese momento. Argumentan y contrargumentan sin lógica alguna y peor aún, sin siquiera darse cuenta de las contradicciones que proclaman

Resulta inconcebible encontrar tantos adultos incapaces de mantener un diálogo lógico y ecuánime, con argumentos sólidos, sin recurrir al insulto, la agresión o a la evasión... Es dramático descubrir la existencia de expertos en justificar lo injustificable y de excusar lo inexcusable. Es patético encontrar a tantos afirmando, creyendo y creando falacias; y otros tantos navegando por la vida a través de las lagunas de la ley o en el límite de lo lo permitido, sin aspirar a ir develando la verdad a lo largo del tiempo...

Así pues, el relativismo se ha metido a nuestras familias y en la crianza de nuestros hijos. Cuando sí existe la realidad y por ende, la verdad; y en consecuencia, el bien y el mal, lo ideal, lo mejor, lo malo y lo peor... ¡Vaya! Que no todo se vale y no todo es relativo. 

Sin embarto, en nombre de la tolerancia se está desterrando el raciocinio, la lógica y el valor para defender y luchar por la verdad. Se olvida que "tolerar" implica "tolerar un mal"; o sea aguantarlo por un bien mayor o para evitar un mal mayor. Sin embargo,  en ningún momento implica aceptación, ni aprobación de éste. En otras palabras, simplemente se "permite o se aguanta" algo que no es lo mejor o es un mal menor, pero nunca se refiere que sea lo ideal o a lo más que le podemos tirar.

En consecuencia, con la mala costumbre de confundir hechos y opiniones, "echándolos todos revueltos en la misma caja", también al criar y al formar, se justifica lo incorrecto tildándolo en un extremo de educativo o bien, por el otro, de "dar libertad":  


  • Por eso podemos escuchar a un papá opinar que los cinturonazos  que le dieron "le sirvieron para ser quien es", razón por la cual defiende que un chanclazo, cinturonazo o nalgada "a tiempo" endereza todo. Cuando en realidad es un hecho, además de sentido común, que la persona tiene una dignidad infinita y que cualquier forma de violencia atenta contra ésta y es indignante. Además, de que resulta completamente ilógico corregir al que golpea o al que ha hecho alguna cosa incorrecta con otra acción  igualmente mala, como lo es pegar...
  • Por otra parte, en el otro extremo, está el que deja hacer "todo" y  da "todo" en nombre de la libertad, confundiendo la  libertad con el libertinaje. Así, ultrajando la libertad para esconder el libertinaje y la irresponsabilidad, se habla de "dejarles libertad total" a los niños, para "no influirlos para que sean libres de decidir todo". Pero, ¿cómo serán capaces de decidir si no conocen o si se les ha negado la posibilidad de conocer? ¿Cómo eligirán lo mejor si no tienen capacidad de discernir entre opiniones y hechos (verdad), si no se les fomenta la búsqueda de la verdad? Esta forma de pensar, es falaz, ya que "no influir", seleccionar u omitir ciertos contenidos o valores ya es influir e inclinar la balanza a alguno de los lados. A final de cuentas la no comunicación es imposible.


Y  en esa línea relativista, existen muchas incoherencias:  

  • ¿Cómo se puede enseñar a un niño a no gritar,  a no pegar, a no chantajear, a respetar;  si a él se le exige lo anterior, vociferándole a grito pelado y a nalgada limpia, o bien con el poder del chantaje, la amenaza, la ridiculización, la indiferencia o el abandono?  
  •  ¿Cómo se quiere "tener" hijos respetuosos y responsables si se les enseña a dar mordidas, a burlarse de sus hermanos, maestros, compañeros y de los "zapeables"? 
  • ¿Cómo se espera que sean hombres y mujeres de bien e independientes si  se les da "todo" (material) y a cambio, "sólo" se les exige que obedezcan sin rechistar, se les demanda que no sientan ni lloren, se les soluciona todo para que no sufran ni se frustren, se les niega elegir para ahorrar tiempo, se les pide no cuestionar y no preguntar para no perder "la paz" y dejar en evidencia a la ignorancia y la falta de paciencia?  
  • ¿Por qué se les "quiere más" entre más "tranquilitos" sean,  más duerman y menos pregunten o cuestionen, o sea, entre menos se comporten como "niños"?  
  • ¿Cómo quieren que escuchen si no se les escucha? 
  • ¿Cómo se espera que hablen, tengan voz y opinen si se le da todo el día el chupón para que no emitan el más mínimo ruido y se les conecta a la tele o a algún aparatejo idiotizante y "eliminador o desaparecedor" de hijos?


En fin, como formadores debemos:
  1.  Desterrar el relativismo de nuestras vidas.
  2. Empezar trabajar en primera persona, esto es, cada uno de nosotros con nosotros mismos. 
  3. Ser como niños, reconocer que existe la verdad y que los hechos son diferentes de las opiniones, y que éstas no valen lo mismo. Por tanto, no todas las formas y técnicas de crianza son iguales, las hay mejores y peores, las hay más o menos respetuosas de la dignidad humana, las hay más o menos potenciadoras del ser humano único e irrepetible que se nos ha confiado.  
  4.  Y es que, sólo si reconocemos esto podremos ser ejemplo verdadero y formar a nuestro hijos desde el realismo en la caridad, esto es en el amor, responsable y comprometido (valga la redundancia, ya que si es amor verdadero debe ser responsable y si lo es, debe ser comprometido. No obstante, vale la pena recalcarlo).

Si bien es cierto que se dice que la realidad no es únicamente blanca o negra sino que hay una gran gama de grises intermedia, también es cierto que innegablemente sí hay unos que otros blancos y negros en la vida.  Independientemente de que se acepte o no, existe la verdad, cuestiones mejores y peores, buenas, regulares y malas... P.e. Mejor paz que guerra, mejor razonar o negociar que ser sometido o ser golpeado, mejor la salud que la enfermedad, mejor amar y ser amado que la indiferencia, etc...  

En conclusión, hay que enseñarles a nuestros niños a distinguir la verdad y el bien y defenderlos. Para lograrlo, hay que  potenciar su gran sentido común y lograr que no lo pierdan. Definitivamente, es un error con consecuencias nefastas para la persona y para la sociedad meter en el mismo saco hechos (verdades) y opiniones. Basta ver lo que les pasó por seguir a Bing Bong, a quien no le importaba la realidad ni la verdad,  cuando lee P-E-L-I-G-R-O y dice "¡vamos por aquí! dice ATAJO"...


 



Y así es, se pueden "vender" opiniones como hechos y creer falazmente que son intercambiables, pero en general la naturaleza y los golpes de la vida te van centrando o al menos ayudando a ver que ni falsear la verdad ni entronizar opiniones como verdades las convierte en realidad.

Lo que es, es..
Independientemente de tu opinión, de que te parezca, lo creas o no.


Así pues, para terminar les dejo 4  puntos fundamentales de la crianza que son hechos (verdades) y no opiniones:





Los padres debemos...
  1.  Respetar la individualidad de cada hijo, sus capacidades, sus gustos y sus tiempos de desarrollo. 
  2. Fomentar la curiosidad y la capacidad de asombro, tan necesarias para inculcar la búsqueda de la verdad. 
  3. Impulsar la capacidad crítica, de análisis y síntesis, para distinguir entre hechos y opiniones y poder otorgarles su justo valor y lugar.  
  4. Formar en el valor y convicción para seguir la verdad aunque lo fácil sea "echar todo revuelto", como "todos le hacen"...


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