Escoger pediatra es una decisión muy personal y creo que la elección
coincide con la personalidad, jerarquía
de valores, expectativas y posibilidades de los padres. Creo que el pediatra resulta ser, en la
mayoría de los casos, imagen y semejanza
de los padres. P.e. los papás aprensivos necesitan uno que hasta les
indique poner cloro en el agua para bañarlos; los hipocondriacos no se van del
consultorio hasta que obtienen la receta que incluya al menos una medicina o de
preferencia un antibiótico, aunado a una orden de reclusión en el hogar, etc.
Encontrar un pediatra no es
sencillo, ya que intervienen varios factores que deben ajustarse a las
prioridades y posibilidades familiares:
Sorprendentemente, no se puede
establecer un orden entre los factores anteriormente mencionados, ya que cada
pareja tiene sus prioridades, necesidades y posibilidades. Cada quien sabe
cuáles factores son los que son negociables y cuáles son inamovibles. P.e. Hay
quienes sólo esperan que sea “el mejor”, sin importar si hacen química o no, ni
que los trate cual basura o maquinita de hacer dinero… ¡Vaya, que si Dr. House tuviera su consultorio, irían con
él sin dudarlo! Otros no se cuestionan ningún factor porque no les cobra nada
debido a que son parientes o amigos. Por otro lado, también los hay que van
porque es “el más famoso” y “atiende a los hijos de los artistas o del
presidente”, aunque siempre los acabe atendiendo el achichincle, pero da igual,
porque tiene su caché decir que vas con “él mero mero”... Puedo seguir con
ejemplos, pero no acabaría….
Ahora bien, cabe señalar que como
cualquier persona, el pediatra es un ser mortal imperfecto, común y corriente. En
definitiva no es ningún “dios” perfecto
e infalible, poseedor de toda verdad. Así que, si buscan a Míster Dr. Perfect y
se conforman con que sea una mezcla que reencarne en versión mejorada a:
Einstein, la Madre Teresa de Calcuta, Henry Cavill, Laura Gurman, etc. ¡Aterricen!,
porque no existe… Lo que existe, son pediatras
adecuados a tu personalidad, necesidades, expectativas y posibilidades, en
quienes podrás confiar que cuidarán de la salud de tu hijo lo mejor posible. Estos incluso, en casos
difíciles serán humildes, buscarán otras opiniones o hasta te transferirán con
quien ellos consideren más indicado.
No sé si alguna vez han sentido que sus hijos están en buenas manos a
pesar de que no acaben de curarse. Pues
tras una serie de contagios, recontagios y recaídas constantes, puedo afirmar que
confío en nuestro pediatra, sé que estamos en
buenas manos, que estoy contenta y agradecida. Creo que es muy capaz
y que coincidimos en lo esencial:
- Es un pediatra con gran experiencia, que como todos se ha especializado en algunos temas y como todos no sabe “tooooodo”, pero a mi parecer tiene un buen equilibrio entre conocimientos-experiencia-profesionalismo y trato humano, esto es, respetuoso y responsable.
- Es responsable con sus pacientes, disponible 24hrs y con vocación de servicio. Está bien ubicado en su realidad: asume que eligió una profesión bastante demandante en lo que respecta a la dedicación que implica innumerables sacrificios.
- Me encanta que te escucha, es minucioso para revisar, honesto y claro al hablar, prudente para diagnosticar y recetar (sólo receta antibióticos si verdaderamente son necesarios y no se espanta ni te espanta aun cuando no sepa lo que está pasando… O tal vez es que sabe fingir bien, jajaja, pero el caso es que se agradece que no te histerice ni te haga estar más preocupada de la cuenta).
- Es sencillo y de trato cercano. Es detallista para hacer comentarios muy acertados especialmente cuando te hacen falta, esto es, cuando se enferman tus hijos y no acaban de quedar al 100%: “no te preocupes, llámame a la hora que sea”, “tranquila, lo estás haciendo bien”, “la información que dan los papás es importante”… O sea, no sólo trata bien a los niños, sino también a los papás. Hay a quienes dicen que no les importa este punto, pero a mí sí. De hecho, creo que hay unos médicos que erraron de profesión, ya que tan solo con su mirada te gritan “mamá idiota, inútil y exagerada, cómo osas disturbar mi existencia con esa nimiedad o esa pregunta irrelevante; gracias a gente como tú, no tengo vida”. Hay otros a quienes las miradas les quedan cortas y te dicen tras haberte contestado mal: “perdón pero es que yo también necesito descansar”… Claro, tú te quedas con cara de what?, pensando que obviamente a ti también te gustaría estar dormida en lugar de marcándole mientras tiemblas de miedo, porque conoces sus reacciones. Por si los doctores de “este tipo” no lo saben, les comento que para uno es toda una hazaña decidirse a escribirle o a llamar al pediatra a horas indecentes. De verdad que la mayoría no lo hacemos a menos que se considere muy necesario. Incluso por más confianza que le tengas y por más disponible que sea, mientras marcas, quisieras no estarlo haciendo. Así que ayuda que te digan que “no importa”, “que no molestas”, ya que en el fondo de todas formas sabes que tan solo son frases corteses, ya que en realidad, ni tú quisieras haber tenido que llamar, ni él hubiera querido que tu hijos estuviera enfermo a esa hora. Además, no entiendo a esos doctores tan inteligentes pero con tan mala actitud, no toman en cuenta que tú no eres médico y que no sabes nada, y que lo que te preocupa y ocupa, ¡no es una cáscara de plátano sino tu hijo!
- Claro que estaría bien que perteneciera a alguna red de Seguros Médicos para que la consulta saliera más decente, pero es de agradecer desde el fondo del corazón y de la cartera, que aun no siendo barato, no es abusivo para cobrar, ya que las revisiones subsiguientes de un mismo padecimiento no las cobra; cuestión que me asombra, ya que hay muchos médicos, que sólo por pisar el consultorio te cobran, hasta el aire que respiras.
Parece que le estoy haciendo
promoción, y pues si alguien quiere sus datos, lo recomiendo ampliamente. Sin
embargo, la verdad es que todo este
rollo venía para decirles que la
elección del pediatra no debe tomarse a la ligera, es una decisión seria, ya que el pediatra más
allá de mantener sano a nuestros hijos, es quien nos acompaña en su desarrollo
y en muchas ocasiones, puede influir en algunos aspectos de la crianza.
En mi caso, para mí sí es importante,
que además de los conocimientos, la experiencia y el profesionalismo que debe
tener, el pediatra trate a mis hijos y a nosotros como personas dignas, que sea
cuidadoso con el diagnóstico y prudente con respecto al tratamiento; y la
verdad, viviendo en una ciudad con tráfico para dar y regalar, la cercanía
también me resulta muy relevante.
Puedo ceder en algunos aspectos y
otros prácticamente me dan igual, pero creo
que es fundamental escoger un pediatra experimentado y que se actualice
constantemente, orgulloso de su
profesión, que valore a la persona humana y que sea respetuoso con la dignidad
de ésta y con los valores familiares. Es
muy importante que confíes en él/ella; esto implica, que lo puedas contactar
sin miedo, que puedas expresarle libremente
tus dudas y comentarios y sobre todo que te sientas segura y tranquila de poner
a tus hijos en sus manos.
En fin, creo que esto quedaría
resumido en el ser capaz de poder expresarte sobre él/ella con la siguiente
frase:
Mi pediatra es lo máximo… para mis hijos y para
nosotros
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