Pongámonos en situación…
Tienes clarísimo lo que no quieres repetir de tus padres, te has leído las diferentes teorías e intentas seguir una línea vanguardista y personalista. Por lo tanto, intentas ser paciente y corregir a tu hijo de forma y tono ecuánime, pero… Hay conductas que en sí mismas te hacen perder tu estado-rollo “zen” y otras, tal vez por la repetición incesante, se vuelven repulsivas y encienden la mecha para que explotes.
Una no tan constante pero que sí me prende es “el reto persistente a la fuerza de gravedad”. Me explico: al principio, consideras “normal” que tu hijo voltee el vaso lleno de agua para descubrir que ésta cae irremediablemente al suelo, empapando todo cuanto se interponga, claro está… como ya se lo habías predicho y avisado. Así pues, dado que te dicen que ellos aprenden de las consecuencias y que es muy importante que les expliques lo que ha sucedido, te agachas para quedar a su nivel de altura y viéndolo a los ojos, sacas tus conocimientos básicos de física y con gran habilidad docente bajas a su nivel lo sucedido, transmitiéndole la sabiduría de Einstein. Mientras, para reforzar, le pides que te ayude a limpiar lo que ya no es sólo agua sino lodito que se hizo con los zapatitos…
No pides que tu hijo sea un genio que tenga dominado lo aprendido a la primera. De hecho, estás conciente de que puede haber varias repeticiones. Incluso consideras la posibilidad de que tenga espíritu de investigador, una alta autoestima y orgullo personal e intente unas cuantas veces más ser el primer ser humano capaz de vencer, sin magia, la fuerza de gravedad o al menos conseguir que el agua vertida no moje el suelo. Lo que sucede, es que llega el punto en que dudas de capacidad como formadora o ya no sabes si de plano tiene problemas de aprendizaje o demasiada vena intelectual y persistencia para descubrir lo “indescubrible” y lograr lo imposible. El caso es que el aprendizaje por consecuencias más todas las estrategias utilizadas fracasan y cuando parecen haber funcionado, vuelve algún que otro intento de verificar si dejando pasar el tiempo las leyes de la física han cambiado, sea volteando el vaso o dejando abierto el grifo del garrafón de 20 litros de agua.
En fin, llegará el día en que sólo de manera accidental voltee un vaso lleno de agua, pero por mientras a seguir cultivando la paciencia, la creatividad para formar y a seguir limpiando, es más, ya tu hijo hasta limpia con estilo…. Ya ni se agacha, eso sí que lo aprendió sin que se lo enseñaras, sólo te vio que tirabas el papel de cocina o la jerga y la pasabas con el pie y mira por dónde… Eso sí lo domina y por momentos: ¡parece que tira el agua sólo por tener el privilegio de limpiar el agua con el pie!
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